CAPÍTULO 6.
TRASTORNO DE ALIMENTACIÓN NO ORGÁNICO
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En la infancia el niño madura de forma constante y acelerada hacia la edad
adulta, siendo la relación con los alimentos un aspecto más de este cambio
continuo. Los niños pueden tener en ocasiones poco apetito, pasar por
etapas en las que su hambre sea voraz y por otras en las que rechacen
alimentos que más tarde aceptarán y tendrán especial preferencia. Por
tanto, los desequilibrios puntuales en la alimentación de los niños son tan
normales como esperables.
Sin embargo, cuando la conducta alimenticia del niño comienza a alterar de
forma persistente su equilibrio nutritivo y el funcionamiento de la familia,
es importante que los padres acudan al pediatra para recibir asesoramiento
adecuado sobre su situación, descartando la presencia de algún trastorno de la
alimentación de la infancia.
En la mayor parte de las ocasiones se tratará de trastornos pasajeros. Sin
embargo, el problema puede perpetuarse en el tiempo y generar complicaciones
que afectan gravemente a la relación de padres e hijos en las diferentes áreas
de la vida familiar. En estos casos será necesaria la ayuda de profesionales
especializados que aborden el problema desde el punto de vista orgánico,
rehabilitador, psicodinámico y conductual.
Aunque los trastornos de alimentación que requieren atención hospitalaria e
intervenciones de los equipos de salud son poco frecuentes, los desencuentros
cotidianos entre padres e hijos a la hora de las comidas son bastante habituales.
Estos desencuentros o dificultades no constituyen de por sí un trastorno, pero
sí acaban alterando a la larga las relaciones familiares y la dinámica dentro del
hogar. La comida se termina convirtiendo en una batalla campal en la que cada
bocado es objeto de negociación y los nuevos alimentos no son, por lo general,
bien recibidos por el niño. Ante esta situación comienzan a surgir las dudas:
«¿Qué he hecho yo para que esto ocurra?, ¿qué es lo que tengo que hacer para
que el niño coma de una forma correcta?, ¿cómo sé que lo que estoy haciendo
está bien? Y si me equivoco, ¿qué pasa?».
Veremos cómo responder a estas preguntas, explicando por qué surgen y se
mantienen las dificultades en la alimentación y cómo se pueden abordar las
mismas desde el núcleo familiar para recuperar la tranquilidad a la hora de la
comida.