EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
90
Energía Limpia no aborda este crucial reto. Las
agencias nacionales de investigación e innova-
ción deberían elaborar conjuntamente sus pro-
gramas de financiación, fusionar los fondos dis-
ponibles a nivel europeo –extendiendo con ello
las mejores prácticas en financiación de la inno-
vación– y desarrollar en fases tempranas unas
normas técnicas comunes que permitan el naci-
miento de unos operadores industriales euro-
peos fuertes para la transición energética.
El objetivo de la Comisión de incrementar la
eficiencia energética es sin duda una de las pie-
dras angulares del éxito: aprovechar el tremen-
do potencial existente no solo en instalaciones
sino también en producción reducirá las necesi-
dades de capacidad de energía renovable y el
correspondiente uso del suelo. La tecnología y
la innovación son condiciones
sine qua non
para
este aumento de la eficiencia. Pero la Comisión
se limita a perseguir el liderazgo mundial en
energías renovables, lo que ignora las ingentes
potencialidades económicas de los productos,
servicios y
know how
en eficiencia energética,
que también pueden exportarse. Por tanto, el
marco estratégico debería impulsar la innova-
ción en eficiencia. Lo que es más, la mayoría de
las tecnologías que dominarán el mundo ener-
gético de los años 2050 aún no se han inventa-
do o desarrollado. Por esta razón, la Comisión
debería intensificar los esfuerzos de Europa en
el desarrollo de tecnologías estratégicas de
energía, eficiencia y clima, haciendo especial
hincapié en unos cuantos aspectos y suminis-
trando financiación adecuada para la innova-
ción en tecnologías de eficiencia energética, al-
macenamiento, redes inteligentes y movilidad
limpia.
Reforma de los RCDE
Reformar el actual RCD es vital para conseguir
unos indicadores de precios correctos dentro de
la estrategia de la descarbonización. Así, es pre-
ciso modificar la gobernanza del RCDE europeo
teniendo en cuenta la gobernanza de la unión
de la energía, para estar en disposición de ajus-
tar el volumen de carbón que se pone a dispo-
sición en función de los resultados de las demás
políticas, por ejemplo con respecto a la eficien-
cia energética. Esto vale también para los secto-
res no incluidos en el RCDE europeo (tales como
transporte o agricultura). Sobre los sectores que
no tienen un único precio del carbón a nivel eu-
ropeo, los Estados miembros deberían explicar
cómo se fijan los precios de sus emisiones a ni-
vel nacional. Esto impulsaría gradualmente una
mayor coordinación y armonización y, a medio
plazo, podría permitir la creación de un impues-
to europeo sobre el carbón para esos sectores
hasta que terminen integrándose en el RCDE.
Con respecto al problema de la competitividad
del coste de la energía, el objetivo debería ser
evitar cualquier tipo de
dumping
entre Estados
miembros. En lugar de eso, es necesario crear
unas condiciones equitativas en Europa sin im-
poner cargas excesivas a unos sectores de uso
intensivo de energía que operan en mercados
mundiales. Este objetivo solamente podrá al-
canzarse mediante un profundo análisis del cos-
te de la energía para consumidores que la utili-
zan intensivamente en todos los Estados
miembros (es decir, considerando no solamente
los precios al por mayor, sino también los costes
de la red y los impuestos, incluidas exenciones
sobre aranceles e impuestos), y sobre todo defi-
niendo una estrategia de convergencia en toda
la Unión, gracias, sobre todo, a unas políticas de
eficiencia energética apoyadas a nivel de la UE.