17
Cuando lo nacional no acaba de morir y lo
federal no termina de nacer
Como cuando alguien tiene tan a la vista un
objeto que incluso es incapaz de percibirlo, son
numerosas las ocasiones en las que los análisis
sobre la Unión Europea (UE) como construcción
autónoma tienden a olvidar lo obvio: que sus
decisiones y su desarrollo institucional y compe-
tencial guardan una relación directa con los
cambios que experimenta la coyuntura de cada
uno de sus Estados miembros.
Ha sido así siempre, como muchos ejemplos
demuestran a lo largo de sus sesenta años de
historia. Pero, paradójicamente, es ahora, en el
momento en que la unión se ha profundizado
políticamente como nunca y los perfiles federales
empiezan a apreciarse nítidamente en su rostro,
cuando los vaivenes de la situación política de
sus estados miembros parecen sentirse con más
fuerza, y no precisamente para bien.
Pueden buscarse varias explicaciones a ese
hecho, entre las que cabría señalar las siguientes:
– La deriva intergubernamental activada du-
rante la crisis favorece que los Estados traten
de estar más presentes que antes de la mis-
ma en el proceso de toma de decisiones de
la Unión.
– Los países miembros (28) son tan numerosos
que necesariamente crece la disparidad en-
tre sí en lo referido a historia reciente, fun-
cionamiento del Estado, sistema de partidos,
estructura económica, cultura y opinión pú-
blica.
– La inexistencia de un liderazgo europeo con
una
autoritas
reconocida por todos los
Estados miembros provoca que la multiplica-
ción de nuevos cargos comunitarios no con-
lleve necesariamente una dinámica homoge-
neizadora de las voces nacionales.
– El surgimiento de fenómenos que provocan
respuestas nacionales primarias termina
La coyuntura política
de los países europeos:
entre las amenazas
y las oportunidades
José Manuel Albares, Carlos Carnero y Antonio Villafranca