EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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influyendo sobre los gobiernos a la hora de
hacerse sentir en Bruselas: sean económicos
y sociales (crisis, desempleo, desigualdad,
inseguridad, inmigración) o políticos (nacio-
nalismos, populismos).
– La progresiva desaparición en las prioridades
de los Ejecutivos nacionales de conceptos
tales como solidaridad y cohesión ve acre-
centados sus efectos por la persistencia en la
UE de zonas constitucionales en las que lo
comunitario está poco enraizado o incluso
es reversible.
– La existencia de gobiernos apoyados por par-
tidos populistas y/o euroescépticos, que se
deja sentir muy poco cuando las decisiones
se adoptan por el método comunitario (más
aún cuando se aplica el procedimiento legis-
lativo ordinario) o en las instituciones más
federales (Comisión Europea y Parlamento
Europeo), se convierte sin embargo en una
losa cuando lo intergubernamental continúa
teniendo su lugar.
2015 ha traído cambios en la coyuntura políti-
ca nacional de los países miembros, que ha impac-
tado e impactará en la UE, teniendo en cuenta
que esta tiene a su alcance limitados instrumentos
a corto plazo para hacer frente a la situación.
Los partidos mayoritarios siguen siendo
mayoritarios, pero no tanto como antes
Si evitamos que los árboles no nos dejen ver el
bosque, comprobaremos que 2015 ha arrojado
un balance claramente favorable respecto al
peso de las ideologías tradicionales en los go-
biernos de los Estados miembros de la UE.
En 25 de los 28 gobiernos de los estados
miembros participan, en mayor o menor medi-
da, formaciones pertenecientes a los populares,
los socialistas y los liberales europeos.
Las únicas tres excepciones a esa regla son
Grecia, Polonia y Reino Unido.
En ese último país, no obstante, conviene
recordar que el Partido Conservador abandonó
el Partido Popular Europeo (PPE) por razones
tácticas relacionadas con su posicionamiento
euroescéptico, pero manteniendo una identi-
dad ideológica y política evidente con los miem-
bros del PPE.
Además, en otros dos países toman parte o
apoyan en el Parlamento, junto a partidos del PPE,
otros de derecha radical: es el caso de Dinamarca,
donde el Partido Popular Danés, de ultraderecha,
fue la segunda fuerza con el 21 % de los votos,
y de Finlandia, cuyo Ministro de Asuntos
Exteriores pertenece a la derecha populista y eu-
rófoba.
Tampoco podemos olvidar que en Hungría
gobierna el FIDESZ, partido miembro del PPE,
pero con posiciones claramente radicalizadas
respecto a la línea media de esa formación.
Sin embargo, es preciso resaltar que tres de
las ocho elecciones generales celebradas en
2015 han producido cambios muy significativos
(Grecia, Dinamarca y Polonia), y las cinco restan-
tes (Croacia, España, Estonia, Portugal y Reino
Unido) han mantenido el cuadro mayoritario de
los partidos tradicionales.
Más allá de los gobiernos, los porcentajes de
voto de conservadores, socialistas y liberales si-
guen siendo muy considerables, si exceptuamos
casos como Grecia o Polonia, donde la izquierda
socialdemócrata ha sido prácticamente barrida
del escenario político.
Las conclusiones, por lo tanto, son claras:
– Las familias políticas mayoritarias siguen
siendo las clásicas en Europa desde hace dé-
cadas.
– No se ha registrado el adelantamiento
deseado por los nuevos actores políticos a de-
recha o izquierda, salvo en contadas ocasiones.