LA COYUNTURA POLÍTICA DE LOS PAÍSES EUROPEOS: ENTRE LAS AMENAZAS Y LAS OPORTUNIDADES
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En ese sentido, llama poderosamente la
atención que muy pocos países de la UE hayan
entendido y asumido las dificultades de los fron-
terizos (Grecia, Italia, entre otros) para gestión la
situación y la ausencia total de propuestas na-
cionales para superar el Reglamento de Dublín
con la creación de un auténtico marco de asilo
y refugio europeos.
Los detonantes (III): el terrorismo
El terrorismo internacional –prácticamente el
único que constituye una amenaza hoy en día
para la ciudadanía y la democracia europeas–
ha golpeado con brutalidad a los Estados miem-
bros de la Unión en 2015: los terribles atenta-
dos de París, tanto en enero contra la revista
satírica
Charlie Hebdo
como los indiscriminados
de noviembre, fueron en 2015 el ejemplo más
palpable de esa barbarie.
Junto a las instituciones de la UE, los Estados
miembros respondieron con prontitud y eficacia
a esa amenaza, que hizo vivir horas de tensión
a diversas capitales, como Londres, Bruselas, en-
tre otras muchas.
Sin embargo, los gobiernos de los Estados
miembros –quizás con la excepción del francés–
no introdujeron legislaciones restrictivas de los
derechos y libertades en situaciones excepcio-
nales de amenaza terrorista.
Ahora bien, los partidos populistas de dere-
cha extrema y extrema derecha establecieron
rápidamente un vínculo entre terrorismo, reli-
gión y refugiados a fin de provocar una espiral
racista y xenófoba. Aunque no alcanzaron su
objetivo, es evidente que sumaron este elemen-
to a su estrategia de crecimiento en cuanto a
argumentos y seguidores.
Aquí hay para todos: de la ausencia de una
opinión pública europea a la ausencia de
los actores sociales
El recorte de derechos y libertades, el naciona-
lismo y el populismo son también posibles por la
desvertebración de las sociedades civiles.
En momentos de crisis y amenaza, la identi-
ficación grupal más allá de la racional y las solu-
ciones fáciles y demagógicas pueden ganar te-
rreno frente a las basadas en la ciudadanía y la
democracia.
Por ello precisamente, a la debilidad de los
partidos políticos tradicionales se ha sumado la
de los actores sociales clásicos a la hora de abrir
las puertas al avance de los planteamientos ex-
tremistas.
Y todavía más importante, ello ha sido posi-
ble por la inexistencia a estas alturas de una opi-
nión pública europea capaz de pensar en con-
junto sobre la base de los valores compartidos
más allá de las fronteras nacionales.
Conclusión
Si las amenazas antes referidas se han hecho
realidad a lo largo de 2015, no es menos cierto
que la progresiva salida de la crisis, el pleno ejer-
cicio de sus competencias por las instituciones
comunitarias tras un lustro en vigor del Tratado
de Lisboa y la mayoría política y social obtenida
por populares, socialistas y liberales, es decir,
por las fuerzas nítidamente europeístas, ofrecen
la oportunidad de afrontar el nacionalismo y el
populismo con el mejor de los instrumentos: la
Unión Europea.
De nuevo, más Europa y mejor Europa debe-
rían representar a su vez más democracia, más
libertad y mejor calidad de vida para la ciudada-
nía. En ese sentido, el objetivo de construir una