EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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el aumento del peso de instituciones no oficiales
de la UE, como el Eurogrupo, así como la rele-
gación del Parlamento Europeo en las nuevas
medidas de control de las políticas presupuesta-
rias de los Estados miembros. De algún modo,
la relevancia ganada por el Parlamento con el
Tratado de Lisboa se ha aminorado por el cre-
ciente uso del método intergubernamental en
las decisiones de la pasada legislatura, si bien
hay otros ejemplos importantes de su participa-
ción decisiva, especialmente en el ámbito de la
unión bancaria. Más adelante, se plantean las
dificultades efectivas del Parlamento para ejer-
cer el control sobre el Eurogrupo o de la nueva
política presupuestaria de la UE, para concluir
con una breve reflexión sobre el camino a seguir
en el inmediato presente.
El marco político e institucional de la Unión
Europea
Mucho se ha escrito sobre las deficiencias de-
mocráticas del edificio institucional de la UE. La
proliferación de nuevas instituciones confedera-
les para la gestión de la crisis económica, como
el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el
peso creciente del Eurogrupo, un órgano no ofi-
cial, e incluso la confusión entre los nombres del
Consejo y del Consejo Europeo complican, todo
ello, la visualización del diseño institucional de
la UE y el papel del Parlamento.
Para facilitar la aprehensión del marco políti-
co de la UE resulta conveniente realizar un sim-
ple ejercicio de análisis comparado de la demo-
cracia europea con el funcionamiento de la
misma en los países de nuestro entorno. Esta
comparación no aportará información adicional
al avezado lector en cuestiones europeas, pero
es una opción para reencontrarnos con Europa
de una manera sencilla.
Todos los países tienen en su estructura ins-
titucional un jefe de Estado, responsabilidad
que en ocasiones coincide con el líder del poder
ejecutivo, como en Estados Unidos. Pero en
otros países esta magistratura juega un papel
político menor. En las monarquías parlamenta-
rias europeas, el jefe del Estado es el rey o la
reina de la nación, como en el Reino Unido o
España, y su poder se circunscribe a campos de
actuación muy acotados. También, en algunas
repúblicas, esa jefatura del Estado dispone de
unas prerrogativas menores, como en Alemania,
Italia o Portugal, pero en otros países, como
Francia, su poder es muy amplio. En todo caso,
y con independencia de su poder, todos los paí-
ses disponen de un jefe del Estado.
Por otra parte, todas las constituciones de-
mocráticas perfilan un poder ejecutivo encarna-
do en el gobierno y en su primer ministro o pre-
sidente. De nuevo, su poder varía especialmente
en relación con la responsabilidad del jefe del
Estado. En aquellos países donde el jefe del
Estado tiene un papel menor, la labor ejecutiva
recae con mayor fuerza en el gobierno, como
en las monarquías parlamentarias. En otras oca-
siones, el jefe del Estado ejerce una labor de
dirección ejecutiva más sólida, como en Francia,
donde el primer ministro obviamente tiene un
papel menos relevante. Con todo, resulta senci-
llo visualizar ese juego de poder entre el jefe del
Estado y el gobierno, junto a su primer ministro,
donde la responsabilidad efectiva recae con ma-
yor o menor fuerza en uno u otro.
Por su parte, la labor legislativa también pre-
senta diferencias no menores entre los distintos
países de la UE. La mayoría de las naciones
cuentan con dos cámaras que comparten la res-
ponsabilidad legislativa y el control al poder eje-
cutivo. En algunos países federales existe un
reparto competencial entre un parlamento ele-
gido directamente por los ciudadanos, como