EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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– Un seguimiento equilibrado de las cuentas
nacionales para abordar tanto los déficits
como los superávits mediante recomenda-
ciones específicas para cada país concebidas
para apoyar la convergencia estructural.
– Un plan de crecimiento progresivo que com-
bine una inversión mucho mayor con unas
reformas estructurales socialmente equili-
bradas.
– Unos cimientos sociales comunes y una sola
base impositiva consolidada para las empre-
sas, que eviten una carrera hacia el abismo
social y fiscal entre países.
– Una capacidad fiscal de la UEM que com-
prenda recursos propios y un mecanismo de
endeudamiento con dos objetivos principa-
les:
• Proporcionar un instrumento a medida
para mejorar la absorción de choques
económicos específicos de los países.
• Potenciar la inversión social, ayudando a
restaurar la convergencia estructural en-
tre los miembros de la zona del euro du-
rante la fase de salida de la crisis.
En junio de 2015, el Informe de los cinco
presidentes ofreció propuestas para una unión
económica, financiera y fiscal más fuerte, con
mayor legitimidad y responsabilidad democráti-
ca. El Informe prevé un proceso en dos fases
hacia la culminación de la UEM, que supone
esencialmente 1) la finalización de la unión ban-
caria y el incremento de la convergencia estruc-
tural a partir del marco del tratado actual; y 2)
la creación de una función de estabilización fis-
cal de la zona euro.
En octubre de 2015, la Comisión se hizo eco
del Informe creando un primer conjunto de pro-
puestas legislativas referentes a la primera fase
de culminación de la UEM (consejos nacionales
de competitividad, consejo asesor europeo de
fiscalidad, representación exterior de la zona
euro) y una comunicación que explica la refor-
ma del Semestre Europeo para la coordinación
de políticas a partir del ciclo 2016.
En noviembre de 2015, la Comisión presen-
tó una propuesta legislativa para un Sistema
Europeo de Garantía de Depósitos (SEGD).
Una tarea inacabada
La UE en su conjunto se enfrenta a una realidad
innegable: hasta ahora, la unión económica y
monetaria no ha cumplido los principales obje-
tivos establecidos en el Tratado de la Unión
Europea: crecimiento sostenible y equilibrado y
estabilidad de los precios; pleno empleo y pro-
greso social; y cohesión económica, social y te-
rritorial.
Esto se ha acusado de manera especialmen-
te dura en la crisis.
Tras la sustitución del Plan Europeo de
Recuperación Económica de 2008-2009 por
una combinación de políticas de austeridad y
devaluación interna, una segunda recesión gol-
peó a la mayoría de los países de zona euro a
partir de 2011; el desempleo juvenil y de larga
duración se han elevado a niveles sin preceden-
tes, los salarios y la concertación social se han
visto fuertemente atacados, uno de cada cuatro
europeos se encuentran en riesgo de pobreza o
exclusión social –especialmente las mujeres–,
han aumentado las desigualdades, los grupos
con menores rentas se ven expuestos a la inse-
guridad económica, la inversión ha caído casi un
20 % con respecto a los niveles anteriores a la
crisis, los ratios de deuda/PIB han empeorado en
muchos países y la zona del euro está al borde
de la deflación.
La crisis financiera ha magnificado las dispa-
ridades internas de la zona del euro, y se ha in-
vertido el proceso de convergencia económica y