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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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adecuado de la flexibilidad intrínseca del Pacto

de Estabilidad y Crecimiento.

No obstante, por sí solas, estas soluciones no

cerrarán la brecha de inversión europea. Se cal-

cula que en los próximos años será necesaria

una inversión de unos 1,5 billones de euros solo

hasta 2020, concretamente en infraestructuras

y sistemas de redes en los ámbitos de transpor-

tes, energía y banda ancha, para cambiar el

rumbo de la economía europea hacia un nuevo

modelo de crecimiento sostenible y competiti-

vo. Será necesario además un considerable in-

cremento de la inversión social, sobre todo en el

ámbito de la educación, formación profesional

y sistemas de educación permanente, incluidas

aptitudes digitales y nuevas áreas de crecimien-

to. Alcanzar estos niveles de inversión requerirá

un fuerte y sostenido aumento de la inversión

nacional pública y privada tanto en buenos

como en malos tiempos económicos, más allá

de la capacidad actual del FEIE. Esto debería

coordinarse de manera más adecuada a nivel

europeo y de la UEM, para dirigir los suficientes

flujos de inversión pública nacional hacia objeti-

vos europeos y para fomentar sinergias y apro-

vechar excedentes positivos. Más allá del medio

plazo, una satisfactoria capacidad fiscal de la

UEM, que incluya una facilidad de endeuda-

miento, podría complementar la inversión euro-

pea añadiéndose o integrándose en un FEIE más

evolucionado.

La próxima revisión intermedia de la estrate-

gia Europa 2020 debería contribuir al proceso

de culminación de la UEM, ayudando a reorien-

tar las reformas estructurales desde la reducción

de costes laborales hacia la competitividad, a

partir de factores tales como la innovación, la

eficiencia de los recursos, la reindustrialización

sostenible, un mercado único que funcione de

manera adecuada y una cohesión social. Debería

asimismo hacer hincapié en la relación entre las

reformas estructurales que refuercen el creci-

miento y las inversiones. Los planes de reforma

nacionales de 2016 deberían delimitar con cla-

ridad con qué reformas y recursos presupuesta-

rios se alcanzarán los objetivos nacionales de

Europa 2020.

Una agenda de reformas estructurales más

progresista y equilibrada socialmente debería

englobar medidas tales como un desplazamien-

to decisivo de la fiscalidad desde el ámbito labo-

ral al de la riqueza y la contaminación; políticas

laborales y sociales más fuertes que capaciten a

las personas e incluyan a más mujeres, para par-

ticipar de manera productiva en la economía y la

sociedad, luchar contra la evasión fiscal a través

de una transparencia claramente mejorada, ga-

rantizando que las políticas tributarias naciona-

les y la cooperación entre las autoridades tribu-

tarias están en línea con el principio de

cooperación leal; estrategias para una reconver-

sión industrial innovadora y sostenible; y mejo-

ras en los sistemas de educación y formación,

especialmente en nuevas áreas de crecimiento

como el mercado único digital. Las reformas de-

berían estar orientadas a apoyar una transfor-

mación más amplia hacia un nuevo modelo de

crecimiento plenamente sostenible, fomentan-

do una competitividad más fuerte para un creci-

miento sostenible y mayores movilidad social,

cohesión y justicia. Todas estas reformas debe-

rán ir acompañadas de niveles suficientes de in-

versión.

Principios sociales comunes y fundamentales

y normas para evitar una carrera hacia el

abismo social

Una unión económica y monetaria sostenible

requiere procesos e instrumentos capaces de

mantener la cohesión social. Las estrategias de