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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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tengan o no relación con los objetivos de la

política monetaria. Algo realmente impensable

en cualquier programa de subvención o ayudas

públicas. Los bancos que reciben recursos del

Eurosistema son libres de destinar estos recursos

a los fines que estimen oportunos en función de

sus propios intereses, incluso de utilizarlos para

su propia refinanciación, sin necesidad de dar

explicación alguna al respecto.

En la práctica, esta situación ha tenido como

consecuencia que una parte sustancial del im-

pacto potencial de estas ayudas o subvencio-

nes canalizadas al sector bancario a través de

la expansión monetaria se ha perdido, por ha-

ber sido destinada a finalidades distintas de las

supuestamente previstas de incidir en la oferta

monetaria de la eurozona.

La política de tipos de interés y la expan-

sión cuantitativa se hacen efectivas entregando

recursos al sector bancario sin ningún tipo de

condicionante y, en la práctica, junto al crédi-

to bancario a la economía real de la eurozona,

una parte sustancial de los recursos se destina a

otros fines, como son la adquisición de activos

materiales o financieros, el crédito a clientes si-

tuados fuera de la eurozona e incluso la mera

refinanciación de la entidad financiera recepto-

ra, bien con el fin de mejorar su liquidez o de

sustituir otro tipo de pasivos exigibles.

El hecho de que los bancos puedan hacer

este tipo de uso de los recursos públicos es, en

sí mismo, llamativo. Pero hay dos hechos que

resultan aún más sorprendentes. Por un lado,

la notoriedad con la que este desvío masivo de

recursos se produce. Por otro lado, la enormi-

dad de los recursos desviados de su finalidad,

que –con frecuencia– parece tener incluso un

impacto mayoritario en las operaciones de ex-

pansión cuantitativa.

La dimensión del problema

Cuantificar con precisión el importe de las ayu-

das trasladadas al sector bancario por la políti-

ca monetaria que son desviadas a finalidades

distintas es ciertamente complicado. En primer

lugar, como consecuencia de la falta de infor-

mación disponible. Los bancos que reciben los

préstamos bonificados del BCE ni siquiera están

obligados a informar sobre los destinos dados a

dichos recursos.

Hasta ahora, el Targeted TLTRO 2014-16 ha

sido el único programa que ha exigido a los ban-

cos receptores algún tipo de requisito sobre el

destino a dar a los fondos recibidos. Requisitos

tan genéricos que han resultado claramente in-

eficientes a efectos de asegurar el objetivo de

canalizar la expansión monetaria hacia el crédi-

to a la economía real europea.

Con periodicidad trimestral, el BCE publica

los resultados de una “encuesta”, el Euro area

bank lending survey, en la que se pregunta a

los bancos sobre el destino dado a los progra-

mas de expansión cuantitativa. Se trata de una

mera encuesta “cualitativa”, de la que –como

veremos– es prácticamente imposible extraer

conclusiones cuantificadas.

Algún tipo de análisis al respecto se ha

intentado en el número 7/2015 del Boletín

Económico del BCE, en el que se publicó el ar-

tículo “La transmisión de las recientes medidas

de política monetaria no estándares”.

Las conclusiones de este artículo son, desde

la perspectiva de nuestro informe, decepcionan-

tes: “La evidencia empírica sugiere que estas

políticas han mejorado exitosamente las condi-

ciones crediticias en la zona euro y apoyado la

actual recuperación de la actividad crediticia. Las

Targeted TLTROs y el Programa de Adquisición de

activos han reducido significativamente los ren-

dimientos en un amplio conjunto de segmentos