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LA AGENDA DIGITAL

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es que entre los grandes gigantes tecnológicos

globales no hay ningún líder europeo en los lu-

gares más relevantes y que nuestros competido-

res globales –como EE. UU. o China– están

apostando fuertemente en pos de la hegemonía

y el liderazgo en esta revolución tecnológica.

La inversión en I+D+i: necesaria pero

no suficiente

De cara a trabajar para mejorar esta situación, la

importancia de la política científica y de innova-

ción europea, tanto de la Unión como de los

Estados y regiones, está ampliamente reconoci-

da, y se percibe como una herramienta clave

para ayudar a posicionar la industria europea en

la vanguardia global.

En particular, la política europea de innova-

ción es la interfaz entre la política en materia de

investigación y desarrollo tecnológico y la políti-

ca industrial, y busca crear un marco favorable

para llevar las ideas al mercado. Cada vez ocu-

pará un lugar más importante en la legislación

europea, y es necesario que así sea.

La política de innovación comunitaria está

fuertemente ligada a otras políticas de la Unión,

como las de empleo, competitividad, medio am-

biente, industria y energía. El fin de las políticas

de innovación es convertir los resultados de la

investigación en servicios y productos nuevos y

mejores, a fin de seguir siendo competitivos en

el mercado mundial.

Pero para que haya innovación es necesario

invertir de manera constante.  Antes de la crisis

de 2009, el gasto en investigación y desarrollo

(I+D) creció a un ritmo anual de aproximada-

mente el 7 %. Los datos del Índice Mundial de

Innovación 2016 indican que la I+D mundial

creció sólo un 4 % en 2014.  Esto fue conse-

cuencia de un menor crecimiento en las econo-

mías emergentes y de presupuestos más ajusta-

dos en la partida de I+D en las economías de los

países desarrollados. 

Aunque los datos más recientes apuntan a

un ligero repunte en algunos de los países euro-

peos líderes en innovación, de forma agregada

Europa destina, cada año, un 0,8 % del PIB me-

nos que los EE. UU. y un 1,5 % menos que

Japón a la investigación y el desarrollo (I+D).

Una diferencia del orden de 1 % del PIB man-

tenida en el tiempo de forma sostenida tiene un

impacto importantísimo en la capacidad de ge-

nerar liderazgo científico y tecnológico de for-

ma sustantiva y estructural.

Hay otros efectos diferenciales no directa-

mente ligados directamente al dinero –aunque

sí indirectamente–, como el prestigio científico

de las universidades americanas líderes o el de-

sarrollado mercado de capitales ligados al em-

prendimiento tecnológico. Sea por unos facto-

res o por otros, se produce un claro efecto de

captación de talento pues nuestros mejores in-

vestigadores y emprendedores se trasladan a

donde se les ofrecen mejores condiciones y

oportunidades. A pesar de que el mercado de

la Unión es el más grande del mundo, sigue

estando fragmentado y sin ser lo bastante

atractivo para el emprendimiento, en compara-

ción con otros.

El mercado único digital europeo

Fruto de esa preocupación, adicionalmente a los

programas de apoyo a la innovación de la

Estrategia Europa H2020, la Comisión Europea

ha fijado como una de sus 10 prioridades el

desarrollo del mercado único digital

(digital

single market)

.

En las propias palabras de la Comisión,

Europa tiene capacidad de liderazgo en la