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LA AGENDA DIGITAL

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Dificultades para que Europa siga siendo

líder en innovación

En Europa se han originado muchas de las inno-

vaciones históricamente más disruptivas en los

campos científico y técnico, y las empresas eu-

ropeas, desde el mismo inicio de la Primera Re-

volución Industrial, han sido líderes tecnológicos

en sus respectivos sectores o han compartido

ese liderazgo con sus equivalentes mayormente

estadounidenses. Pero están apareciendo cier-

tas sombras en lo referente al liderazgo europeo

cuando analizamos lo que está pasando en es-

tos tiempos digitales.

Como bien se explica en muchas fuentes

comprobables sobre producción científica e in-

telectual, también actualmente Europa acoge

algunas de las potenciales innovaciones y avan-

ces científicos más brillantes y prometedores del

mundo, pero el problema radica en la capacidad

del continente de convertir ese conocimiento e

ideas en valor económico real. Existe una brecha

entre investigación/ciencia y economía en Euro-

pa, que en las zonas más innovadoras como

Asia o Estados Unidos suele ser solucionado por

los fondos de capital riesgo, que ayudan a trans-

formar las grandes ideas en empresas rentables. 

Si bien hoy el interés por el emprendimiento

en Europa ha aumentado notoriamente y crece

en todas partes el número de iniciativas empre-

sariales, muy pocas de ellas logran realizar to-

davía la transición a líderes globales y maduros

en sus respectivos sectores. Es todavía débil la

capacidad de los agentes empresariales y finan-

cieros europeos, de diferentes segmentos, de

trasladar esa innovación a nuevos proyectos

empresariales con ambición de alto crecimiento.

No es un desafío trivial. Si no conseguimos

tener empresas “digitales” europeas de éxito, el

ecosistema empresarial europeo presenta cierto

riesgo de quedar prematuramente envejecido y

desactualizado tecnológicamente. Ello dejaría a

las empresas europeas en posición subalterna y

fácilmente dominadas a medio plazo por sus

competidores digitales no europeos, algunos de

ellos auténticos (y voraces) gigantes globales.

¿Europa es un continente reacio

al riesgo?

En ciertamanera y en comparación con los EE. UU.,

así lo parece. Los emprendimientos siempre tie-

nen una cuota de riesgo individual, requieren

una voluntad férrea para superar los obstáculos

(o un gran apetito por el incentivo en caso de

éxito) y para triunfar es necesario tener un in-

tenso foco e implicación en el proyecto, con in-

volucración total por parte del emprendedor. Y

todo ello con escasas probabilidades de cose-

char el éxito al final del proceso.

Sin querer entrar en temas sociológicos o

culturales, que no son mi especialidad, el mode-

lo educativo, social y empresarial americano pa-

rece mejor sintonizado para generar este tipo

de actividad de riesgo. Sin embargo, muchos de

los mejores talentos en el ecosistema empren-

dedor de Silicon Valley, incluyendo CEO y funda-

dores, no son de origen estadounidense, y mu-

chos son europeos. Lo que parece cierto es que

se percibe una diferencia sustancial entre los

EE. UU. y Europa en la escala de los incentivos

–fundamentalmente económicos- asociados a

desarrollar una idea de éxito, la existencia de un

ecosistema tecnológico y financiero que arropa

al emprendedor en ese camino e incluso varía la

consideración social asociada al triunfo o fraca-

so empresarial.