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LA AGENDA DIGITAL

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Falta entendimiento de la importancia

de la propiedad intelectual

La adecuada protección de los derechos de pro-

piedad intelectual es históricamente una de las

claves del desarrollo económico en la economía

de mercado, ya que es lo que garantiza el retorno

de la inversión en innovación y protege los incen-

tivos para que se dé el progreso tecnológico. Ne-

cesitan ser reclamados con el acto de patentar y

necesitan ser protegidos por las autoridades.

Las oficinas de tecnología de las institucio-

nes de investigación o sus equivalentes en las

empresas son las que deciden qué propiedad

proteger, y para asegurarse de que han tomado

la decisión correcta requieren de financiación y

talento. En algunos países y en muchas univer-

sidades no se valora adecuadamente la propie-

dad intelectual, quizá por un cierto escepticismo

acerca de la capacidad real de protección de la

misma por parte de los tribunales, quizá por los

costes asociados, o bien por falta de ambición

empresarial.

La automatización: ¿hasta dónde llegará

su impacto?

Las tecnologías digitales en cierta manera están

teniendo un impacto análogo en el trabajo al de

la máquina de vapor de la Revolución industrial,

salvando las obvias distancias.

Hace 200 años las máquinas empezaron a

sustituir (casi completamente en la industria, fi-

nalmente) el trabajo físico muscular de hombres

y animales, pero hoy es otro gran conjunto de

capacidades humanas el que empieza a verse en

cuestión. Incluso vemos a las computadoras

acercarse a igualar o superar habilidades intrín-

secamente humanas como nunca antes hubié-

ramos imaginado.

Es el momento de reconocer que esta Cuarta

Revolución Industrial trae también consigo, no

sólo un futuro ilusionante, sino graves retos de

primera magnitud. Retos no resueltos.

A medida que la tecnología avanza, los orde-

nadores y robots, son capaces de realizar más

tareas, en menos tiempo, con más precisión y a

costes menores, las compañías son capaces de

realizar su producción y sus servicios con menos

cantidad de sus empleados. El progreso tecno-

lógico hace avanzar a la sociedad en general y

genera un gran valor añadido al consumidor,

pero puede estar dejando a muchas personas

fuera del mercado.

A modo de reflexión, basta comparar cómo

ha evolucionado durante las últimas décadas el

aspecto del espacio de trabajo de un edificio de

oficinas donde se llevan a cabo tareas adminis-

trativas o contables, o una fábrica de automóvi-

les o un almacén de distribución y tareas logísti-

cas, por ejemplo.

La tecnología ha cambiado dramáticamente,

en relativamente poco tiempo, la manera en la

que se desempeñan funciones básicas en el

mundo laboral. Hace 30 o 40 años veríamos

cientos y cientos de empleados o empleadas

atareados, escribiendo a máquina, archivando

expedientes, manipulando mercancías y pedi-

dos, acarreando papeles de un lugar a otro, ha-

ciendo cola en la cantina o en los relojes de fi-

chaje para iniciar o finalizar la jornada de traba-

jo. Hoy solo queda una pequeña fracción de

esos empleados y la mayor parte de esas tareas

se realizan por máquinas u ordenadores.

Hablamos de millones de empleos que se

han volatilizado: estamos hablando de los em-

pleos de las personas y familias de clase media

que constituyen la columna vertebral de nues-

tras sociedades europeas.

Con este precedente y viendo los grandes

avances en automatización y robotización de las