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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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economía digital mundial pero actualmente no

le está sacando el máximo partido. La

fragmentación y las barreras que existen en el

mercado único frenan a la UE. Reducir estas

barreras dentro de Europa podría aportar un

importe adicional de 415 000 millones EUR al

PIB europeo y poner en valor un mercado de

500 millones de personas. Una economía digital

con visión de mercado único podría ampliar

mercados y promover mejores servicios a

mejores precios, ofrecer mayores posibilidades

de elección y crear nuevas fuentes de empleo.

Y es que las reglas de juego han cambiado

La revolución tecnológica y digital está creando

un nuevo entorno en el que trabajar y competir

para las sociedades y empresas europeas. En

este entorno el progreso tecnológico y científico

configura un nuevo medio social, laboral y

empresarial en el que la tecnología y la

innovación ocupan ya un lugar central.

En una progresiva hibridación de los mundos

físico y digital, habilitados por la conectividad

total de personas y objetos, los ciudadanos

cambian sus comportamientos y su forma de

consumir. Cambian sus exigencias a los servicios

públicos y a los dirigentes políticos. Los

millenials

empiezan a entrar en el grueso del mercado

objetivo, con hábitos de consumo digitales que

a su vez evolucionan con la propia red y con un

enorme poder de agrupación y organización

espontánea.

Con el crecimiento de la exigencia, las ope-

raciones son cada vez más un activo estratégico

de las organizaciones. La digitalización abre

nuevas formas de operar que introducen saltos

de escala en la eficiencia, velocidad o precisión

de las operaciones, tanto en las operaciones ló-

gicas (por ejemplo, en la gestión de operaciones

bancarias) como en las operaciones físicas

(como la fabricación o la logística).

Por último, en un mundo donde el valor de la

información es cada vez más estratégico, la

protección del dato pasa a ser una prioridad en la

agenda clave de países y compañías. Las soluciones

de ciberseguridad y autenticación son cada vez

más relevantes para proteger a las organizaciones

frente a ataques, fraudes o intrusiones. Cada vez

más sistemas críticos públicos y privados están

gobernados digitalmente, y con ello, crece la

necesidad de la protección de los mismos, en lo

que probablemente sea el campo de batalla del

futuro.

En general, el cambio inexorable desde la

digitalización “simple” (los ordenadores de la

Tercera Revolución Industrial) a la innovación

colaborativa basada en combinación de tecno-

logías, amplificadas por la hiperconectividad de

personas y cosas (la Cuarta Revolución Indus-

trial) está obligando a todos los agentes sociales

y económicos a replantearnos cómo debe ser

nuestro posicionamiento ante el futuro y cómo

tener éxito en la era digital.

Es una época de perspectivas ilusionantes,

aun a riesgo de ser tildados de “tecno-

optimistas”: se abre ante nosotros el potencial

ilimitado que proporcionan millones de personas

conectadas con dispositivos móviles, con una

nunca antes igualada capacidad de computación

y almacenamiento, y con acceso instantáneo a

la información y al conocimiento.

Y sobre esta base se están configurando

nuevos avances tecnológicos que multiplican

exponencialmente las opciones gracias a la

Inteligencia Artificial, la robótica, los vehículos

autónomos, la impresión 3D, la nanotecnología

y la computación cuántica, o la biotecnología.