LA UNIÓN EUROPEA ANTE EL TERRORISMO YIHADISTA Y EL CONFLICTO DE ORIENTE MEDIO
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Desgraciadamente, en este asunto –como
en tantos otros referidos a la política exterior y
de seguridad– no hay una posición común su-
ficientemente amplia y sólida en la UE. Los EM
actúan por su cuenta o en el marco de otras
organizaciones o grupos constituidos
ad hoc
,
mientras que las acciones comunitarias son
fragmentarias, o de un alcance muy limitado.
En Afganistán los países europeos han interve-
nido durante 12 años integrados en la misión de
la OTAN, mientras que la UE ha mantenido una
misión auxiliar de formación de policía (EUPOL)
desde 2007. En el continente africano, las ini-
ciativas europeas contra el yihadismo son tam-
bién escasas. Ninguna acción en Nigeria en cuya
zona norte actúa impunemente el grupo Boko
Haram, que ha declarado su obediencia al EI,
amenazando con desestabilizar a países vecinos
como Camerún o Chad. En Somalia, un estado
fallido, donde actúan varios grupos yihadistas,
el más importante de los cuales, Al Shabab, ha
atentado también en Etiopía, Uganda y Kenia,
la UE mantiene, desde abril de 2010, una redu-
cida operación de adiestramiento de las fuerzas
armadas somalíes (EUTM Somalia), que hasta
2014 operaba desde Uganda.
En el Sahel, que es probablemente la zona
con más riesgo de desestabilización, donde
actúan numerosos grupos yihadistas como
AQ en el Magreb Islámico, Ansar al Dine, Al
Mourabitoune y otros, la UE ha desplegado,
desde febrero de 2013, una pequeña operación
de adiestramiento para las fuerzas armadas ma-
lienses (EUTM), y dos misiones civiles de apoyo a
las fuerzas de seguridad (EUCAP Sahel) en Níger,
desde julio de 2012, y en Mali, desde abril de
2014, que contribuyen también mínimamente
a la prevención del desarrollo de grupos yiha-
distas en estos países. La responsabilidad real
de ayudar a los países de la zona (Mauritania,
Mali, Burkina Faso, Níger y Chad) a combatir el
yihadismo la ha asumido Francia en solitario con
la operación Barkhane.
La principal preocupación actual de Europa
en el continente africano es Libia, que, después
de la revolución que derribó al dictador Gadafi
con apoyo militar de los países europeos, cayó
en un caos al que contribuyó la falta de una po-
lítica clara de la UE que consolidara el país tras
la intervención. El EI controla, a través de su filial
en el país, una franja de 200 kilómetros de costa
alrededor de Sirte, y ya se habla de que podría
ser una alternativa como sede principal de este
grupo en el caso de que perdiera sus territo-
rios en Siria e Irak. La UE puso en marcha, en
mayo de 2013, una pequeña misión de apoyo
al control fronterizo (EUBAM), que actualmente
se encuentra reducida a un mínimo de efectivos
operando desde Túnez, debido a la situación
política en el país. Se están estudiando dife-
rentes opciones, incluida la intervención militar,
pero cualquier iniciativa choca con la falta de un
interlocutor válido y único en un país con dos
gobiernos y dos parlamentos. A pesar del acuer-
do propiciado por Naciones Unidas en diciem-
bre en Srijat (Marruecos), para la constitución
de un Consejo Presidencial que debía nombrar
un Gobierno único, la iniciativa está paralizada
por la oposición del parlamento de Tobruk. El
Consejo Europeo se ha ocupado reiteradamen-
te de este país, que está a 350 kilómetros de
Malta y es origen de graves problemas, como
servir de base de migraciones ilegales masivas,
mientras su exportación de petróleo a Europa
ha caído a una quinta parte, siempre en apoyo
de la constitución de un Gobierno de acuerdo
nacional, al que se compromete a apoyar en su
lucha contra el yihadismo.
El apoyo a las fuerzas armadas o de seguridad
de los países en los que actúan grupos yihadis-
tas debe ser parte de una estrategia más amplia
que incluya medidas políticas y económicas para