EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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decir, a ambos contendientes. Esto puede dar
una idea de la confusa situación que se vive so-
bre el terreno.
La UE tampoco ha tenido protagonismo en
las iniciativas políticas para resolver el conflicto
entre el Gobierno sirio y la oposición, como paso
previo para poder combatir eficazmente al EI. En
junio de 2012, el Secretario General de NNUU
(SGNU), Kofi Annan, convocó la Conferencia
del “Grupo de Acción” en Ginebra, también
conocida como Ginebra I, a la que asistieron EE.
UU., Rusia, China y Reino Unido. Annan emitió
el comunicado de Ginebra, en el que se estable-
cía una hoja de ruta para alcanzar la paz en el
país, empezando por “el establecimiento de un
Gobierno de transición con poderes ejecutivos
completos que podría incluir miembros del go-
bierno y de la oposición, y debería ser formado
sobre la base del consentimiento mutuo”, que
no tuvo ningún efecto. Un año y medio des-
pués, entre enero y febrero de 2014, se celebró
la conferencia Ginebra II, en la que participaron
el Gobierno sirio y una representación parcial
de los grupos de oposición (excluidos los yiha-
distas), liderados por la Coalición Nacional Siria,
pero sin su principal organización, el Consejo
Nacional Sirio, opuesto a cualquier negociación
con el Assad. La conferencia, a la que asistie-
ron Naciones Unidas, la UE, la Liga Árabe y la
Organización de Cooperación Islámica, además
de 40 países (entre ellos 11 miembros de la UE),
pero no Irán, no logró ningún resultado prácti-
co, al chocar contra el escollo principal de cual-
quier solución que es la permanencia o no en el
poder de Bachar el Assad.
La guerra de todos contra todos continuó en
Siria, y con ella las muertes, incluso por inani-
ción, como en Madaya, y los desplazamientos
masivos de refugiados. El 14 de noviembre de
2015 se reunió en Viena el Grupo Internacional
de Apoyo a Siria (ISSG), codirigido por EE. UU.
y Rusia, en el que participan 17 países (inclui-
dos Alemania, Francia, Italia y Reino Unido),
además de Naciones Unidas, la Liga Árabe y la
UE, y acordaron promover una transición políti-
ca en Siria, de acuerdo con el Comunicado de
Ginebra, implementar un cese el fuego entre el
Gobierno y la oposición, iniciar negociaciones
en enero entre ambas partes, y reiterar que el
EI y el Frente Al Nusra (FAN) deben ser derrota-
dos. EE. UU. y Rusia, mostraron no obstante sus
diferencias en cuanto al papel que debía jugar
Bashar al Assad. Para el secretario de Estado de
EE. UU., John Kerry, la paz no es posible mien-
tras se mantenga, mientras que para el ministro
de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, el
enemigo no es Assad sino el EI.
El rechazo a la permanencia de Al Assad se ha
ido matizando en los países europeos y EE. UU.
ante la evidencia de que una salida brusca en el
momento que vive el país, sin un relevo sólido y
consensuado podría conducir a un caos similar
al que vive Libia, y –sobre todo– por la prioridad
que es necesario dar al combate contra el EI.
Será necesario convencer a los Gobiernos suníes
de la región, incluida Turquía, de que acepten el
mantenimiento provisional del actual Gobierno,
con el exclusivo objeto de eliminar la amenaza
del EI, siempre que se comprometa a empren-
der una transición democrática en los plazos
que se acuerden, en línea con la declaración de
Ginebra de 2012.
El 18 de noviembre, el Consejo de Seguridad
de naciones Unidas (CSNU) aprobó la resolución
2254, respaldando los acuerdos de Viena, y en-
cargó al Secretario General que convocara una
negociación, que debería ser seguida por la re-
dacción de una nueva Constitución y eleccio-
nes libres antes de julio de 2017. El problema
era determinar qué grupos de la oposición de-
bían asistir a la conferencia. El enviado especial
Staffan de Mistura tuvo que negociar duramente