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Los dos acontecimientos del año 2016 que
van a tener mayor influencia en Europa en el
futuro próximo, la aprobación del
brexit
por los
electores británicos, en junio, y la elección de
Donald Trump como presidente de los Estados
Unidos, en noviembre, tienen muchas cosas en
común. Ambos responden a un impulso nacio-
nalista y excluyente, antiinmigración, rayano en
la xenofobia, a la nostalgia de un pasado de glo-
ria que ya no volverá y al rechazo de una globa-
lización que tiende a nivelar las desigualdades en
el mundo. Ambos se han logrado manipulando el
malestar y el miedo de amplias capas de la po-
blación y mintiendo descaradamente, es decir,
utilizando lo que conocemos como populismo.
Simultáneamente, en sintonía con esos dos
importantes acontecimientos y también anima-
do por ellos, se está produciendo en Europa un
importante auge de los partidos de extrema de-
recha, que no es ya una amenaza sino una rea-
lidad en países como Polonia y Hungría, y que
podría afectar a otros más importantes en el
futuro. Estos partidos, ultranacionalistas y anti-
europeos, que ya existían antes (el FPÖ austria-
co se fundó en 1956, el FN francés en 1972, el
DF danés y Verdaderos Finlandeses en 1995,
el Jobbik húngaro en 2003), han utilizado las
tres crisis que está sufriendo Europa, económi-
ca, de seguridad, y de refugiados, para atraer a
más militantes y votantes, con consecuencias
que podrían ser muy graves en el futuro.
No se trata ya de defender un ritmo mayor o
menor en la construcción europea, o unas deter-
minadas políticas comunes en relación con los
problemas que afrontamos, no se trata siquiera
de aplicar distintas recetas para moderar los
efectos de la globalización. Lo que está en juego
no es la Unión Europea, lo que está en juego es
la democracia, el conjunto de valores y principios
en los que se basa nuestra convivencia, las insti-
tuciones y reglas de los Estados sociales de dere-
cho que han hecho progresar a este continente
desde la segunda guerra mundial.
Globalización y proteccionismo
La globalización no es un fenómeno nuevo, la
escala geográfica de las relaciones comerciales y
políticas se ha ido ampliando progresivamente,
desde una región –el imperio romano, el impe-
rio Han–, pasando por la relación entre regiones
–la ruta de la seda–, los descubrimientos y
los imperios europeos, el uso del ferrocarril y el
Populismo y nacionalismo
versus
europeísmo
José Enrique de Ayala