Background Image
Table of Contents Table of Contents
Previous Page  55 / 154 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 55 / 154 Next Page
Page Background

ESTADOS UNIDOS Y EUROPA: FIN DE ETAPA

55

solicitaba formalmente al Consejo la activación

del Artículo 50 del Tratado de la UE para la sali-

da de Reino Unido.

Las fuertes turbulencias a un lado y otro lado

del Atlántico –brusco giro en EE. UU., división

en Europa– provocan que a comienzos de 2017

la relación transatlántica se plantee sobre bases

muy diferentes a las del pasado. Inevitablemente,

los primeros compases de la relación de la

Administración Trump con Europa registraron

fuertes tensiones plasmadas en varios episodios,

en una secuencia que abarca los tres primeros

meses de su mandato. La toma de posesión de

Trump había venido precedida de las visitas de

Nigel Farage (UKIP) y Marine Le Pen (Frente

Nacional) a la sede del presidente electo en la

Torre Trump y las posteriores felicitaciones por

su victoria, a las que se sumarían los gobiernos

de Jarosław Kaczynsky en Polonia y Víctor Orbàn

en Hungría, entre otros.

Por parte de Alemania, el país clave en la

nueva relación transatlántica, al poco de la toma

de posesión, la canciller Ángela Merkel lanzó

una señal de advertencia crítica al nuevo presi-

dente, insistiendo en la importancia de los valo-

res comunes de respeto a los derechos y liberta-

des. Más tarde, Merkel viajó a Washington el 19

marzo para establecer una primera toma de

contacto. Un clima de cierta frialdad quedó pa-

tente, pues si bien se acercaron posturas en tor-

no a OTAN –donde Merkel se comprometió a

cumplir el objetivo del 2 % en 2024 ya fijado en

la Cumbre de Gales (2014)–, permanecieron las

diferencias en torno a la Rusia de Putin, o a la

forma de abordar el déficit comercial norteame-

ricano respecto a Berlín, el cual asciende a

50.000 millones de dólares y es atribuido por

Washington a una política deliberada de Berlín

por mantener débil el euro. Por su parte, los pre-

sidentes francés François Hollande, y especial-

mente el español Mariano Rajoy, mantendrían

un tono más conciliatorio en sus primeras las

conversaciones telefónicas. En cuanto al Reino

Unido, en medio de una gran expectación, la

primera ministra británica May visitó la Casa

Blanca solo una semana después de la toma de

posesión de Trump, manteniendo un encuentro

con el mandatario estadounidense y una poste-

rior rueda de prensa. Aunque hubo sintonía en

cuanto al

brexit

, el encuentro evidenció diferen-

cias importantes de Londres respecto a la postu-

ra de su interlocutor en asuntos como el libre

comercio, la OTAN –que Londres considera

como una pieza central e intocable de la seguri-

dad–, la Rusia de Putin, o las medidas antiinmi-

gración propuestas por Trump. Con ello se abría

un serio interrogante acerca del futuro de la

“relación especial” renovada entre Washington

y Londres y se rebajaban las expectativas de un

“orden mundial anglosajón” alternativo.

Pero si los contactos bilaterales entre gobier-

nos estuvieron dominados por la incertidumbre,

la relación con Bruselas no ayudó a despejarlas.

La primera respuesta directa por parte de las ins-

tituciones europeas se produjo el 30 de enero

de la mano del presidente del Consejo Europeo,

Donald Tusk, por medio de una carta (

United we

stand, divided we fall

) dirigida a los 27 jefes de

Estado y de Gobierno de la UE, donde se califi-

caba la posición de Trump de “amenaza” a la

UE y se llamaba solemnemente a la unidad de

Europa y a dar un paso adelante en la integra-

ción. La tensión se elevó de nuevo cuando a

principios de febrero la Eurocámara pidió mayo-

ritariamente rechazar a Ted Malloch –un acerbo

crítico de la UE– como nuevo embajador de EE. UU.

ante Bruselas. Más tarde, como colofón a esta

primera fase de tanteo mutuo, la alta represen-

tante para Asuntos Exteriores y de Seguridad de

la UE, Federica Mogherini, visitó Washington,

siendo recibida el 10 de febrero por el secretario

de Estado Rex Tillerson, en lo que supuso una