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CRISIS DEL MULTILATERALISMO Y PROYECCIÓN EXTERIOR DE LA UE

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UE, las negociaciones se retomaron para cerrar

un tratado de libre comercio pendiente desde

1999, y retomado para negociar en mayo de

2016. La nueva coyuntura internacional y las

nuevas prioridades europeas, así como el impul-

so político dado por el presidente argentino

Mauricio Macri, han resultado de gran ayuda

para el desbloqueo inicial. Sin embargo, la ex-

pectativa de acuerdo final para principios de

2018 no se ha cumplido, debido a la falta de

acuerdo en asuntos como el etanol, el sector

automovilístico y el agropecuario. Parece claro

que para llegar a un acuerdo final será preciso

mantener un pulso político elevado que permita

adoptar una actitud inflexible y paciente en las

negociaciones. Finalmente, en el frente asiático,

como forma de diversificar frente a un EE. UU. en

retirada y una China en expansión, la UE cerraba

el Acuerdo de Asociación Económica (EPA) con

Japón en diciembre de 2017, con el objetivo de

paliar el crónico déficit comercial europeo con el

país nipón y ahorrar unos 1000 millones de euros

en aranceles para las empresas europeas.

Gobernanza global del cambio climático

Es en la agenda global del Cambio Climático

donde la UE ha encontrado en este periodo una

de sus nuevas señas de identidad. Ha sabido

mantenerse firme frente a la Administración

Trump en lo que es hasta ahora uno de los ma-

yores logros diplomáticos de su historia: el

Acuerdo de París de Diciembre, alcanzado en

diciembre de 2015. Una abrumadora mayoría

de países de la comunidad internacional acorda-

ron una reducción sustantiva en la emisión de

gases de efecto invernadero. Una vez que países

como Nicaragua y Siria han manifestado que se

unirían al acuerdo, el aislamiento de EE. UU. ha

quedado aún más manifiesto.

Puede decirse que el anuncio de Trump de

retirarse del acuerdo en junio de 2017 ha servido

de revulsivo para un mayor liderazgo europeo si

cabe en este terreno. La UE ha renovado este

enorme éxito de su proyección global dos años

después, en diciembre de 2017, en una nueva

cumbre sobre cambio climático mantenida tam-

bién en París, un mes después de otra conferen-

cia del clima en Bonn, con la asistencia de más

de cincuenta jefes de Estado y de Gobierno,

destacando la presencia de representantes de

diversos estados de EE. UU. así como de hom-

bres de negocios y filántropos. El presidente

francés Macron ejerció de líder mundial, sirvien-

do para crear un “contramomento” a la situa-

ción creada por la Administración norteamerica-

na. Al igual que hiciera en septiembre de 2017

en la asamblea Anual de Naciones Unidas,

Macron reafirmó en la cumbre en que la UE no

renegociará el pacto del clima en ninguna cir-

cunstancia, si bien dejó la puerta abierta al go-

bierno federal de EE. UU. por si decidía volver al

pacto en algún momento. Es cierto que la cum-

bre no pudo fijar compromisos vinculantes para

recortar emisiones de carbono, ni se liberaron

nuevos fondos para facilitar las transiciones a

economías de energías no fósiles en los pariese

en desarrollo (en París en 2015 se prometieron

100 billones de dólares). A pesar de ello, y bajo

impulso europeo, se alcanzaban importantes

compromisos que sirven de señales de cara al

futuro. Por ejemplo, el anuncio de instituciones

multilaterales como el Banco Mundial de no fi-

nanciar más proyectos de exploración o extrac-

ción de gas después de 2019, el anuncio por

parte de China de poner en marcha su propio

mercado de carbono interno, la creación de un

observatorio de investigación en clima para pre-

sionar a las compañías que emiten gases de

efecto invernadero o el inicio de un mercado de

precios al carbono en las Américas que incluye