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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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vacío creado por la retirada estadounidense del

sistema multilateral. Igualmente, en el exterior,

Macron se ha convertido en la cara visible del

eje francoalemán, especialmente durante el pe-

riodo de impasse transcurrido en Alemania des-

de las elecciones de septiembre de 2017 hasta

la formación del nuevo gobierno de coalición en

marzo de 2018.

Lo que sigue es un resumen de los rasgos más

notables del periodo reciente en una selección de

asuntos relativos a la proyección exterior de la UE

en un contexto de crisis del multilateralismo

.

Ello

comprende las relaciones de la Unión y de sus

estados miembros respecto a las grandes poten-

cias (EE. UU., China y Rusia), América Latina,

Oriente Medio y África; los principales asuntos

transversales que marcan la agenda política inter-

nacional: el comercio y el cambio climático; o la

política de ampliación a la vecindad

1

.

Tensión contenida con EE. UU.: del TTIP

a la guerra comercial

Inevitablemente, la relación con la primera poten-

cia mundial, EE. UU., ha marcado la acción exte-

rior europea durante el primer año y medio de la

Administración Trump, tras la toma de posesión

de este en enero de 2017. Progresivamente

EE. UU. se ha revelado como lo definiera en los

primeros compases de la nueva Administración

norteamericana el presidente del Consejo, Donald

Tusk: como una amenaza estratégica para la

Unión más que como un aliado indiscutible. En

términos generales, las relaciones transatlánticas

1

 En sendos capítulos de este

Informe

se abordan en pro-

fundidad las otras dos dimensiones exterior-doméstico más

importantes de la Estrategia Global de Política Exterior y

Seguridad de la Unión Europea: la política de defensa y se-

guridad, y la política migratoria.

no han mejorado desde mayo de 2017. Tras la

visita de Trump a Europa y la cumbre de la OTAN

en Varsovia tanto la canciller alemana Ángela

Merkel y su ministro de exteriores Sigmar

Gabriel expresaban un hondo pesimismo acerca

de la condición de “socio fiable” de EE. UU., y

sobre el impacto de sus políticas en Occidente.

Desde entonces, la relación incluso parece ha-

berse deteriorado, y ello tanto por una discre-

pancia fundamental acerca de la concepción

misma de la política, del orden internacional o

de Europa –que se manifiesta en un desprecio

del multilateralismo– como por una forma de

actuar impulsiva e impredecible.

La reunión del Foro Económico Mundial de

Davos de enero de 2018 dejó muy claro los tér-

minos de la disputa. En Davos, el dúo franco-

alemán de Macron y Merkel mostró un rechazo

firme y sin fisuras de la doctrina del

America

First

del presidente Trump, algo en lo que coin-

cidieron el resto de líderes mundiales como

Justin Trudeau de Canadá, Xi Jin Ping de China

o Narendra Modi de India. Se confirmó enton-

ces que las diferencias políticas son difícilmente

conciliables con EE. UU. en asuntos como el

cambio climático, la desigualdad, el proteccio-

nismo comercial, la gobernanza global y el mul-

tilateralismo. En una posición diametralmente

opuesta a la de Trump, el discurso de Macron,

Merkel o Gentiloni giró en torno a una defensa

de los mejores aspectos de la globalización, el

comercio y el multilateralismo, pero desde una

perspectiva crítica que aborde reformas para

compensar a los perdedores, y mejore la repre-

sentatividad de los principales actores del siste-

ma internacional.

Los peores temores franco-alemanes se ma-

terializarían muy pronto con la deriva proteccio-

nista apenas dos meses más tarde. Tras unos

meses de relativa calma, esta se vio rota por los

tambores de guerra comercial a primeros de