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CRISIS DEL MULTILATERALISMO Y PROYECCIÓN EXTERIOR DE LA UE

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la UE, entre ellos España. Parece pues prudente

escalonar el proceso de adhesiones mediante

una monitorización muy estricta. De hecho, tan-

to la Cumbre de Sofía de mayo de 2018, como

el Consejo Europeo de junio, parecen apuntar a

una tercera vía alternativa tanto a la adhesión

rápida como al cierre de puertas a nuevos candi-

datos. En esa línea, el presidente Macron ha

abogado por supeditar posibles nuevas adhesio-

nes a la culminación de la reforma de la Unión,

así como a un avance significativo en la integra-

ción subregional entre los seis países implicados,

lo que eventualmente contaría con apoyo polí-

tico y financiero europeo de la UE y estados

miembros. 

Respecto a Turquía, la puerta de la adhe-

sión parece cerrarse debido a la deriva autori-

taria en el ámbito de los derechos humanos y

libertades por parte del régimen del presidente

Recep Tayyip Erdogán: una deriva que simboli-

za bien el encarcelamiento masivo de periodis-

tas. Con toda seguridad, la situación actual en

este ámbito no permitirá avanzar en el proceso

de adhesión a la UE, a pesar de la vigencia del

acuerdo con Ankara para frenar la inmigración

irregular. A medida que las posturas se enco-

nan –también con Alemania– y los signos au-

toritarios se van acentuando, en Bruselas y en

las cancillerías de los aún veintiocho estados

miembros cunde una percepción de agota-

miento del actual modelo de relación. Por ello,

la UE puede verse abocada a efectuar un giro

hacia una relación mucho más pragmática y

realista, orientada estrictamente a abrir canales

diplomáticos y políticos para resolver asuntos

concretos, como migraciones, el conflicto con

Chipre y Grecia, o la política en Oriente Medio,

que puedan restaurar a medio plazo un mejor

clima político.

Conclusiones. ¿Del multilateralismo al

eurolateralismo?

Paradójicamente, una de las consecuencias del

aislacionismo, del abandono del mulitateralismo

y del proteccionismo por parte de EE. UU., es

que ha servido para unir más a los socios euro-

peos en la defensa de sus principios, al menos

retóricamente, si bien los grandes resultados

están por llegar. Trump y el

brexit

no han impe-

dido, sino que incluso han reactivado, avances

notables en algunos asuntos. Los desarrollos

más notables se han dado en relación con

EE. UU. y, en bastante menor grado, con Rusia

y China: ha habido avances notables en política

comercial, en defensa y seguridad, en medioam-

biente, en dosieres regionales concretos o en la

ventana a la ampliación de la UE.

A tenor de lo acontecido en el último año,

¿qué cabe esperar de los países miembros y de la

Unión en su conjunto en el futuro inmediato? El

momento actual es de oscilación entre el “salto

adelante” y el estancamiento. Tras las elecciones

en Francia y la formación de gobierno de coali-

ción en Alemania, el camino parece despejado

para poner en marcha el motor francoalemán de

las grandes reformas de la UE, con lo que la pro-

yección exterior de Europa podría entrar en una

fase de cambio y avances en muchos terrenos. El

liderazgo para sostener un orden multilateral en

que Europa se inserte adecuadamente requiere

de una sincronización de Francia y Alemania,

pero esta no es suficiente. Sería preciso sumar

más actores: en ese sentido, con Reino Unido en

proceso de salida, se abren oportunidades para

algunos Estados miembros como España.

La respuesta de la UE y sus estados miembros

a la crisis del multilateralismo es susceptible de

materializarse de tres maneras. Primera, la rena-

cionalización, división y retroceso en la integra-

ción, y por tanto una dispersión en la acción