CRISIS DEL MULTILATERALISMO Y PROYECCIÓN EXTERIOR DE LA UE
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dumping
, subsidios a las industrias, devaluación
del renmimbi para aumentar las exportaciones o
la compra de industrias europeas en sectores
estratégicos. Sin embargo, la UE se ha reafirma-
do siempre en su enfoque multilateral como
forma más efectiva presionar a Beijing. Es preci-
samente la aceptación del régimen multilateral,
junto a la sintonía europea en cuestiones como
la defensa del multilateralismo o el acuerdo de
Cambio Climático de París –materializadas re-
cientemente en foros como la Asamblea anual
de Naciones Unidas, el G20 o Davos– lo que
podría conformar en adelante las bases para un
entendimiento con China no supeditado nece-
sariamente ya a Washington.
Con Beijing, los europeos afrontan la para-
doja de un régimen “iliberal” en lo interno y
gradualmente expansionista en el exterior, pero
que sin embargo abraza el multilateralismo y
alinea sus posiciones con Europa en algunos te-
mas fundamentales. En un momento en que el
régimen chino concentra su poder en la persona
de su presidente Xi Jin Ping, tras el XIX Congreso
del Partido Comunista Chino de octubre de
20017, los europeos permanecen a la expecta-
tiva y sin ejercer aún una interlocución ni in-
fluencia suficiente de manera cohesionada. En
comparación con EE. UU., y en relación con el
espacio vital de China en Asia, la UE continúa
con un notable déficit de presencia, en especial
en el terreno geopolítico de la pugna del poder
duro, económico y militar, como se ha puso de
manifiesto en la pugna de EE. UU. con la Corea
del Norte de Kim Jong-un, donde prácticamente
no jugó papel alguno. Lo mismo ocurre con el
expansionismo chino en su mar meridional, un
vasto espacio geopolítico donde la UE apenas
tiene una presencia significativa.
La Rusia de Putin: revisando el
statu quo
La relación de Europa con el Kremlin, embarca-
do en un revisionismo de su
statu quo
interna-
cional, continúa siendo difícil. De un lado, la
relación entre Putin y Trump parece obedecer a
una calculada ambigüedad de las dos partes, lo
que no da pistas claras de acción a los europeos.
De otro lado, Moscú, que se mantiene relativa-
mente a resguardo de una guerra comercial di-
rigida principalmente contra China, plantea un
reto al sistema multilateral en la medida en que,
aun sin confrontarlo abiertamente, lo utiliza o lo
ignora, de manera selectiva e instrumental, para
servir a sus intereses. Ejemplos de ello son el
desarrollo de una minibomba nuclear, la ane-
xión de Crimea en 2014, o la intervención en
Siria en favor de Al-Assad. Pero las principales
tensiones con la UE se han incrementado sobre
todo debido a la supuesta intervención encu-
bierta –aún no probada– de agencias rusas en
diversos procesos electorales europeos, como el
referéndum sobre el
brexit
en Reino Unido, las
elecciones presidenciales francesas o las eleccio-
nes en Cataluña, por medio de diversos canales
de propaganda y redes sociales.
Frente a las acciones rusas, se han puesto de
manifiesto las diferentes posturas y sensibilida-
des de los países miembros de la Unión. Que
oficialmente la UE muestre una voluntad de re-
setear las relaciones mutuas no ha impedido
que se amplíen y endurezcan las sanciones en
relación con los conflictos abiertos de Ucrania y
Crimea. Así, en marzo de 2018 el Consejo pro-
rrogaba por seis meses, hasta septiembre de
2018, la aplicación de sanciones por acciones
contra la integridad territorial, soberanía e inde-
pendencia de Ucrania, incluyendo la inmoviliza-
ción de bienes y la prohibición de viajar a cargos
y entidades. Anteriormente, en diciembre de
2017, se habían prorrogado hasta julio de 2018