EL PARLAMENTO EUROPEO Y SU CAPACIDAD DE IMPULSO Y CONTROL. LA AGENDA POLÍTICA DEL CONSEJO EUROPEO Y EL EUROGRUPO
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habido avances en la federalización de las polí-
ticas fiscales de los Estados miembros, ese pro-
ceso se ha realizado sin una rendición de cuen-
tas apropiada ante el Parlamento Europeo,
asumido por la propia cámara en la pasada le-
gislatura donde, por cierto, había una mayoría
conservadora amplísima, reduciendo así la ca-
pacidad de presión del grupo de los socialistas y
demócratas, más inclinado siempre a un diseño
institucional federal y democrático.
En todo caso, además de estas novedades
legislativas, todos los Estados miembros de la
UE, con la excepción del Reino Unido y la
República Checa, firmaron en 2012 el Tratado
de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en
la Unión Económica y Monetaria. Este tratado
viene a complementar el Pacto de Estabilidad y
Crecimiento, introduciendo un mayor control
presupuestario y obligando a incorporar a la le-
gislación nacional el principio de estabilidad
presupuestaria. España abordó este requeri-
miento en el verano de 2011 a través de la re-
forma constitucional del artículo 135, adelan-
tándose así a las exigencias europeas posteriores.
La firma y transposición de este tratado a la le-
gislación nacional es, por otra parte, condición
necesaria para ser potencial receptor de finan-
ciación procedente del MEDE. De nuevo, esta
reforma del marco institucional se realizó fuera
del método comunitario, con la ausencia de dos
Estados, y por consiguiente sin otorgar un po-
der adicional otorgado al parlamento europeo
para su supervisión.
Por todo ello, en el último lustro la UE y, es-
pecialmente, la zona euro ha transitado por una
vía intergubernamental, con un peso creciente
del Eurogrupo, mayor poder de la Comisión sin
control efectivo por el Parlamento Europeo y va-
rios tratados firmados fuera del método comu-
nitario. En todo caso, los cambios legislativos
que ha impuesto esta revisión institucional no
tienen, probablemente, marcha atrás, pero el
diseño político que se ha ido configurando debe
revisarse para dotar de mayor legitimidad de-
mocrática a la propia Unión. En este sentido, en
la presente legislatura se está impulsando una
revisión de algunos de estos desequilibrios, que
se comentan más adelante.
Sin embargo, no todo lo que se ha hecho en
la pasada legislatura ha caminado por esa senda
intergubernamental y reduccionista del papel
de Parlamento. Probablemente, la unión banca-
ria lanzada por el Consejo Europeo de junio de
2012 supone un contrapunto y representa el
punto de inflexión en la crisis de la eurozona.
Ese compromiso con la unión bancaria y, por
ende, con el futuro del euro permitió que Mario
Draghi anunciara que haría todo lo que estuvie-
ra en su mano (y algunas medidas han estado
en el límite de su mandato) para garantizar la
integridad de la moneda de la UE. Ese paso y su
desarrollo posterior, siguiendo el modelo de
la única política económica ciertamente federal, la
política monetaria, ha permitido recuperar cier-
ta estabilidad a la zona euro, pasando ahora la
responsabilidad para acabar de superar la crisis
a la ejecución de la política fiscal.
La unión bancaria supuso la creación del
Mecanismo Único de Supervisión, bajo la égida
del BCE, siguiendo una única y común regula-
ción bancaria, un Mecanismo Único de
Resolución y el consiguiente Fondo Único de
Resolución. El activismo legislativo que cristalizó
este proyecto junto al papel clave del Parlamento,
tanto en su tramitación como en la selección y
control
ex post
ha supuesto un hecho funda-
mental en la mejora económica de la eurozona,
siguiendo el método comunitario y con plenos
poderes de supervisión por parte del Parlamento.
Bien es cierto que el Fondo de Resolución está
infradotado y aún no se dispone de un seguro
de depósitos común, reglamento presentado ya