EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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con un tratado suplementario firmado exclusi-
vamente por los miembros de la eurozona.
Obviamente, el presidente del Consejo del
MEDE pasó a ser ocupado por el presidente del
Eurogrupo, con un director general que gestio-
na la entidad.
De este modo, la financiación de los rescates
no respondió al método comunitario, sino a la
visión intergubernamental que inspiró las políti-
cas contra la crisis económica, al menos, hasta
mediados de 2012. La ejecución de esos resca-
tes pasó a ser implementada por la
troika
: la
Comisión por delegación de los Estados miem-
bros, el Fondo Monetario Internacional (FMI)
que aportó liquidez adicional y experiencia en
gestión de crisis, y el BCE. El FMI no responde de
sus actuaciones ante el Parlamento Europeo. El
BCE lo hace solo parcialmente a través de un
acuerdo interinstitucional que obliga a compa-
recencias periódicas ante la cámara, informes
anuales y respondiendo a preguntas escritas de
modo permanente. Por último, el control que
potencialmente se podría ejercer sobre la
Comisión fue mucho menor, dado el complejo
diseño institucional de los rescates financiados
de una manera u otra por el Eurogrupo.
Por otra parte, los parlamentos nacionales
desarrollaron parte de la labor de control en la
medida que los Estados miembros aportaron fi-
nanciación a esos fondos y, por ejemplo, el par-
lamento finlandés exigió a su gobierno que fir-
mara seguros bilaterales con el Reino de España
para viabilizar el rescate en el verano de 2012.
En todo caso, la dispersión de los ejecutores
de los planes de rescate, junto a las distintas
fuentes de financiación, han impedido hasta el
presente un control efectivo por parte del
Parlamento Europeo. Además, en la medida
que el Eurogrupo es aún una institución infor-
mal, tampoco existían previamente protocolos
de rendición de cuentas. De este modo, la
ausencia del método comunitario en todo este
iter
impidió que el Parlamento jugara un papel
central en el diseño y control de las actividades
del Eurogrupo, tanto en su funcionamiento or-
dinario como en su misión en los rescates de
algunos Estados de la zona euro.
En otro orden de cosas, Europa ha avanzado
también en cuestiones fiscales, pero lejos del
modelo de rendición de cuentas ante el
Parlamento, en un asunto central en cualquier
democracia. Mientras los miembros de la euro-
zona impulsaron vías de rescate que han llegado
a ser permanentes, la UE redobló a su vez el
control sobre el margen de maniobra de las po-
líticas presupuestarias de los Estados miembros.
Este mayor control ha sido el coste a pagar a
cambio de la implementación de rescates que,
en principio, estaban prohibidos por los trata-
dos y que hubo que reformar.
La UE ha aprobado dos paquetes legislativos
conocidos como Six Pack (2011) y Two Pack
(2013) que, sin pretender ahondar profusamen-
te en ambas cuestiones, redoblan de manera
notable el control presupuestario de los Estados
miembros. Por ejemplo, los Estados deben ya
remitir sus proyectos presupuestarios a la
Comisión con anterioridad a su aprobación por
sus parlamentos nacionales, y esta puede solici-
tar su revisión si considera que no cumplirán los
objetivos de déficit acordados. Además, eleva el
coste
ex post
de incumplir los objetivos, introdu-
ciendo multas automáticas y otorgando capaci-
dad ejecutiva a la Comisión frente a los gobier-
nos nacionales para imponer medidas dirigidas
a cumplir tales objetivos.
Pues bien, de nuevo el Parlamento que tuvo
que tramitar y aprobar todas las iniciativas legis-
lativas introducidas en ambos paquetes ha que-
dado relegado de la capacidad de un control
efectivo de las actividades de la Comisión sobre
estos asuntos. De este modo, aun cuando ha