EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
40
ningún mecanismo de rendición de cuentas en-
tra ambas cámaras. Los miembros del Consejo
responden ante sus parlamentos nacionales y el
trabajo del Parlamento Europeo ante los ciuda-
danos directamente. En todo caso, en los casos
que siguen el procedimiento de consulta, el
Consejo no tiene obligación alguna de notificar
al Parlamento la toma en consideración o no de
las recomendaciones emitidas por el propio
Parlamento. Y esta laguna debería ser corregida
con un seguimiento más estricto de las posicio-
nes del Parlamento y, en su caso, con una revi-
sión de los tratados que obligue, al menos, a
emitir una respuesta por parte del Consejo
mientras ampliamos el campo de actuación del
trámite legislativo ordinario.
Por otra parte, el conjunto de instituciones
independientes de la UE, desde el BCE, pasando
por el Mecanismo Único de Supervisión y el de
Resolución, los organismos supervisores como la
Autoridad Europea de Valores y Mercados
(ESMA) responden directamente ante el
Parlamento Europeo. Así, el BCE comparece de
manera periódica en el Parlamento; además se
elaboran informes anuales sobre la actuación del
propio banco y está sujeto a un control adicional
a través de preguntas escritas. Otros organismos
supervisores reducen su rendición de cuentas a
comparecencias ante el Parlamento, con mayor
o menor grado de control en virtud de la natura-
leza de la institución. En todo caso, este control
por parte del Parlamento es similar al ejercicio
por otras cámaras legislativas en cualquier de-
mocracia nacional. Sin embargo, el problema se
encuentra de nuevo en el control de las institu-
ciones intergubernamentales que no están inte-
gradas plenamente en el acervo comunitario.
Así, la supervisión del Banco Europeo de
Inversiones (BEI) es sustancialmente menor que
la ejercida sobre el BCE y, en el caso, del MEDE,
el control es nulo en estos momentos.
Los problemas del control parlamentario son
mayores cuando discutimos el papel del
Eurogrupo, los rescates financieros, la revisión
del marco fiscal de la UE y, en general, todas
aquellas cuestiones que han acentuado el perfil
intergubernamental en la pasada legislatura. En
todo caso, el poder creciente del Eurogrupo en
el marco de la política de la zona euro ha perfi-
lado una institución
de facto
que necesita un
marco institucional bajo el prisma del método
comunitario. Es cierto que el Parlamento acordó
con el presidente del Eurogrupo la celebración de
comparecencias periódicas, pero también lo es
que el actual marco de relaciones no incorpora la
posibilidad de realizar preguntas escritas para re-
doblar ese control u otras medidas. Ese problema
de falta de institucionalización ha permitido que
la negociación y seguimiento de los rescates haya
estado fuera del campo de actuación del propio
Parlamento, aun cuando este ha realizado varios
informes sobre su implementación.
En la misma línea se encuentra el reforza-
miento del papel de la Comisión en el segui-
miento de la política presupuestaria de los
Estados miembros, acordada vía regulación or-
dinaria, pero también a través de un tratado
intergubernamental fuera del método comuni-
tario. El actual modelo de Semestre Europeo, el
marco que fiscaliza el comportamiento de los
Estados, presenta una rendición de cuentas ante
el Parlamento reducida.
En todo caso, en la presente legislatura se
está intentando revertir parcialmente estos pro-
blemas de legitimidad democrática. Por una
parte, se ha configurado un grupo de trabajo en
el seno del Parlamento para elevar esa capaci-
dad de supervisión, pero, sin duda, es todo muy
insuficiente hasta que no se logre incardinar ins-
titucionalmente al Eurogrupo. Y, por otra, la
Comisión ha revisado el papel del Parlamento a
través de una reforma del calendario del