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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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¿Qué podemos esperar en 2017 y más

allá?

La política exterior de la UE sigue muy lejos de

influir globalmente al nivel de su peso demográ-

fico y económico en el mundo. La realidad na-

cional se impone en los asuntos más espinosos

a la acción común. Sin embargo, la necesidad

vital de la UE de dar un salto hacia adelante en

su integración para contrarrestar el efecto del

brexit

y el posible desenganche estadounidense

de la seguridad europea pueden ser una oportu-

nidad, un catalizador, para dar un paso definitivo

a una acción exterior común y coordinada, espe-

cialmente en los asuntos más graves que afecten

a la seguridad y la libertad de los europeos.

Aquellos en los que hasta ahora, menos margen

de acción ha tenido la acción europea.

De hacerse, se trataría de una contribución

sustancial a la culminación de la unión política

europea, ahora que la UE cuenta desde hace

años con todos los instrumentos institucionales

y los recursos económicos necesarios para ser y

actuar como un poder global relevante en el

mundo. A la suma de ambos factores le sigue

faltando –aunque se den cada año, como en

2016 se ha hecho, pasos para reducir tal caren-

cia– la suficiente voluntad política para ejercer

como tal poder.

Conviene no engañarse: si en algún terreno

se notaría el efecto divisivo y de marcha atrás de

una victoria electoral populista en alguno de los

grandes Estados miembros de la UE en 2017

sería en la política exterior y de seguridad co-

mún, algo que pagarían con creces la ciudada-

nía de la Unión y la de sus socios, aliados y veci-

nos en cualquier parte del mundo.

Un mundo que necesita más que nunca una

UE fuerte y decidida en la gestión de los asuntos

globales, sean estos el fomento del desarrollo

sostenible y la reducción de la pobreza, el libre

comercio regulado social y medioambiental-

mente frente al proteccionismo o la desregula-

ción, el combate contra el cambio climático, la

solución negociada de los conflictos, la lucha

contra el terrorismo, la defensa del derecho in-

ternacional y el apoyo a las Naciones Unidas y

su nuevo Secretario General –el europeo y ex

primer ministro portugués Antonio Guterres– y,

en fin, la promoción y de la libertad, la demo-

cracia, los derechos humanos y el Estado de de-

recho como valores y conquistas universales y

no relativizables.

Una tarea, la de convertir la UE en un poder

global relevante, a la que, por convicción, tra-

yectoria e interés, España, tras dos años como

miembro no permanente del Consejo de

Seguridad y habiendo dejado atrás muchos me-

ses (incluyendo buena parte de 2016) de go-

bierno en funciones, puede y debe aplicarse con

esmero, como se reclama en Bruselas y otras

capitales comunitarias.