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En los últimos meses, la Unión Europea (UE) ha
tenido algunas buenas noticias políticas, que
han despejado en parte las incertidumbres exis-
tentes hace solo un año: la elección del europeís-
ta Emmanuel Macron como presidente de la
República francesa en mayo de 2017, y el acuer-
do de renovación de la gran coalición entre la
CDU-CSU y el Partido Social Demócrata en
Alemania, en marzo de 2018, permitirán proba-
blemente relanzar el proyecto europeo y poner
en marcha algunas de las reformas ineludibles,
sobre todo en el campo económico, en un mo-
mento en el que la gran recesión empieza a que-
dar atrás, con un crecimiento del PIB del 2,5 %
en 2017, tanto en la zona del euro como en el
conjunto de la UE.
No obstante, perduran problemas de calado
que arrojan algunas sombras sobre el futuro co-
munitario. A pesar de que la UE y Reino Unido
han alcanzado un acuerdo sobre el periodo de
transición, hay muchos aspectos del
brexit
que
deben ser aún concretados, como el asunto de
Irlanda del Norte, y el impacto de la salida ten-
drá que ser absorbido. El terrorismo sigue gol-
peando cruelmente, como en Barcelona en
agosto de 2017 o en Carcasona en marzo de
2018. El problema de la migración irregular está
lejos de ser resuelto, aunque se haya moderado
gracias a acuerdos con terceros países. En el ám-
bito económico y social es necesario completar la
unión económica, incluida la culminación de la
unión bancaria, y queda un ingente trabajo por
hacer para superar la brecha que la gran recesión
ha producido entre el norte y el sur, agrandando
la divergencia entre países acreedores y deudo-
res, así como, dentro de cada país, para corregir
la enorme desigualdad que la solución neoliberal
adoptada ha producido entre los más ricos –be-
neficiados por la crisis– y los trabajadores y clases
medias, que han visto reducirse comparativa-
mente sus salarios, recortarse sus derechos socia-
les y precarizarse su futuro laboral.
Es precisamente este aumento de la desigual-
dad y la inseguridad, la incertidumbre y el miedo
al futuro de buena parte de la población euro-
pea, el debilitamiento del Estado social, lo que
está en el origen del problema más grave que
afronta ahora la Unión: el crecimiento de los po-
pulismos ultranacionalistas y antieuropeos que
representan un peligro existencial para la UE, e
incluso para el sistema de democracia liberal en
el que se basa el Estado de derecho. Aunque los
pronósticos más pesimistas de ascenso del po-
pulismo no se han cumplido excepto en Italia,
Los estados y los valores
de la UE. El reto nacionalista
José Enrique de Ayala