Background Image
Table of Contents Table of Contents
Previous Page  86 / 173 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 86 / 173 Next Page
Page Background

EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

86

que, como hemos dicho, ven a la UE más como

un proveedor de fondos que como un proyecto

político.

En todo caso, lo que esta situación deja claro

es que la UE no cuida la evolución política de sus

Estados miembros con la misma atención que

cuida su evolución económica. Se exigen una

serie de condiciones políticas para el ingreso, los

llamados criterios de Copenhague, pero des-

pués se da por supuesto su cumplimiento y no

se vigilan. Sería importante poner en marcha un

mecanismo de seguimiento de cómo esos crite-

rios son respetados, para evitar la deriva antide-

mocrática que se está produciendo en algunos

países y prevenir que se alcancen situaciones lí-

mite como la que plantean actualmente Varsovia

y Budapest.

Las tendencias secesionistas en los

Estados miembros

Otro factor disgregador, y claramente contrario

a los valores de unidad e integración que repre-

senta el proyecto europeo, lo constituyen las

tendencias secesionistas que pretenden romper

la unidad de alguno de los Estados miembros de

la UE. En el periodo que cubre este informe, es-

tas tendencias se han concretado en el caso de

Cataluña, pero este podría ser solo el caso más

actual, o el que está en una fase más aguda en

estos momentos, de otros muchos.

El Gobierno autónomo catalán promovió en

septiembre de 2017 la aprobación de unas leyes

contrarias a la Constitución española con las

que pretendía alcanzar la independencia sin

el acuerdo de Madrid, y sin contar siquiera con el

respaldo de un 50 % de los votantes catalanes.

El 1 de octubre se llevó a cabo un referéndum

ilegal, sin ninguna garantía, en el que participa-

ron según los organizadores un 42 % de los

votantes, aunque es imposible tener cifras con-

trastadas, que provocó duros enfrentamientos

con la Policía. El 27 de octubre, el Parlamento

catalán aprobó la declaración unilateral de inde-

pendencia (DUI), con una exigua mayoría de

escaños que no se corresponde siquiera con una

mayoría de votos. Inmediatamente, el Gobierno

español suspendió la autonomía de Cataluña,

destituyó a su Gobierno, y emprendió acciones

legales contra los responsables, la mayoría de

los cuales se encuentran actualmente en prisión

provisional o han huido de la justicia trasladán-

dose a otros países europeos, a los que se ha

solicitado su extradición.

Los propios dirigentes catalanes han reconoci-

do que la DUI era más retórica que real ya que

carecían de los medios para hacerla efectiva. Por

supuesto ningún país del mundo la ha reconocido

ni apoyado, y mucho menos en Europa, donde

España es considerada una democracia avanzada

y respetuosa del Estado de derecho. Todas las ca-

pitales europeas, incluidas Berlín, París y Londres,

y todos dirigentes comunitarios, incluidos los pre-

sidentes del Parlamento, el Consejo Europeo y la

Comisión, han mostrado su apoyo al Gobierno

español y han hecho llamamientos a resolver el

conflicto por medios políticos dentro de la legali-

dad y respetando la Constitución española. Los

independentistas trataron de propagar la idea de

que Cataluña podría convertirse directamente en

un nuevo Estado dentro de la UE, a pesar de que

la Comisión, que es la guardiana de los tratados,

ha reiterado la llamada doctrina Prodi, que señala

que “una nueva región independiente, por el he-

cho de su independencia, se convertirá en un ter-

cer Estado en relación a la Unión y, desde el día de

su independencia, los tratados ya no serán de

aplicación en su territorio”, lo que implicaría ini-

ciar un proceso de adhesión que no podría culmi-

nar sin la aprobación de todos los Estados miem-

bros, incluida España.