EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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parte de un proceso de reajuste mucho más
profundo, por parte de EE. UU. y la Unión Euro-
pea, a un escenario geopolítico cambiante. Sin
embargo, el discurso oficial de la Comisión Eu-
ropea siempre ha mantenido que el propósito
de la TTIP era eliminar los aranceles industriales
y agrícolas; abrir los mercados de servicios y
contratación pública; coordinar la regulación
que afecta a los fabricantes, el sector bancario y
las normas de seguridad; establecer reglas inter-
nacionales en cuestiones financieras y abordar
cuestiones comerciales similares. Según las esti-
maciones iniciales del informe preparado por el
Centro de Investigación sobre Política Económi-
ca (CEPR), el aumento del comercio y la reduc-
ción de los aranceles que se prevén con este
acuerdo harían aumentar el PIB europeo en un
0,5 %. Dado que las economías de Europa y
EE. UU. representan el 46 % del PIB global, la
liberalización del comercio entre ambos tam-
bién tendría un impacto positivo en las econo-
mías de otros países líderes en exportación. El
acuerdo TTIP también tendría efectos secunda-
rios positivos para otros países, aunque aún no
está claro si revitalizaría las negociaciones comer-
ciales multilaterales posteriores a Bali en la Orga-
nización Mundial del Comercio (OMC), o si sería
compatible con los acuerdos de libre comercio
interregionales ya existentes (como Mercosur o
las nuevas negociaciones sobre el Acuerdo Trans-
pacífico de Cooperación Económica [TPP], que
está previsto concluyan en junio de 2015)
2
.
A medida que las negociaciones han ido avan-
zando, las rondas se fueron centrando cada vez
menos en los beneficios económicos en sí (poco
2
El TTIP y el TPP rechazan abiertamente el principio de la “na-
ción más favorecida” (un pilar de los sistemas del GATT y la
OMC) ofreciendo concesiones y un mayor acceso a los mercados
de EE. UU. y la UE exclusivamente a los países signatarios. El TPP
se ha creado para eliminar las barreras comerciales entre EE. UU.
y once países asiáticos, incluyendo a Japón pero no a China.
relevantes, según algunos informes) y más en los
aspectos
políticos
. Desde que se debatió por pri-
mera vez en junio de 2013, el acuerdo propuesto
se ha convertido en un modo cada vez más utili-
zado por los dos socios en la mesa de negociacio-
nes para reafirmarse tanto internamente como de
cara al otro. Sin embargo, parece que avanzar
hacia un acuerdo final no va a ser fácil en medio
de cambios geopolíticos, la ralentización económi-
ca en los países emergentes y, sobre todo, las limi-
taciones políticas a nivel nacional e institucional.
El cambio geopolítico y las negociaciones
sobre el TTIP
El TTIP se concibió principalmente como una
forma de reequilibrar el poder mundial entre,
por un lado, los países emergentes (BRICS), y,
por otro, EE. UU. y Europa actuando como un
solo bloque. El comercio nunca ha sido neutral;
siempre ha pertenecido al ámbito de la “política
por otros medios”, una cuestión muy delicada
en las relaciones internacionales. El inicio de las
negociaciones hacia un acuerdo transatlántico
coincidió con los primeros signos de caída en el
crecimiento del mercado interno en Brasil, la
desaceleración de las economías china y rusa y
la caída en los precios de los productos básicos.
Como era de esperar, en este tiempo las poten-
cias emergentes como China, Rusia y Brasil han
intentado, de una forma u otra, alterar el
statu
quo
mundial. Las ambiciones territoriales de
China en Asia han generado tensiones con
EE. UU. y Japón
3
, y la nueva Rusia de Putin ha
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El TTIP y el TPP rechazan abiertamente el principio de la “na-
ción más favorecida” (un pilar de los sistemas del GATT y la
OMC) ofreciendo concesiones y un mayor acceso a los mercados
de EE. UU. y la UE exclusivamente a los países signatarios. El TPP
se ha creado para eliminar las barreras comerciales entre EE. UU.
y once países asiáticos, incluyendo a Japón pero no a China.