EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
64
Ronda de Doha de la OMC celebrada en Bali en
diciembre de 2013, los asuntos relativos a la
gobernanza mundial también importan. Sin em-
bargo, ambos socios parecen estar atrapados
entre dos imperativos políticos opuestos: ocu-
parse de asuntos geopolíticos y trabajar de for-
ma responsable por una buena gobernanza
global. En vista de todo lo anterior, parece razo-
nable concluir que la ralentización económica
de los BRICS no es una buena noticia para
EE. UU., la Unión Europea o las negociaciones
TTIP en curso.
EE. UU. y la UE: factores internos
Además de las dinámicas del mercado emer-
gente y la geopolítica, las políticas internas tam-
bién jugarán un papel decisivo en las negocia-
ciones sobre el TTIP que tendrán lugar en 2015
y 2016.
En
EE. UU.
, los partidarios del TTIP deben
superar una resistencia nacional considerable,
aunque aún no está claro si constituirá un tema
relevante durante la campaña presidencial de
2016. Los congresistas estadounidenses de am-
bos bandos han expresado en repetidas ocasio-
nes su oposición a la “vía rápida” para acuerdos
de comercio internacional como el TTIP y el TTP
(sin la cual resulta muy difícil negociar acuerdos
importantes). Dado que muchos votantes esta-
dounidenses de izquierdas creen que los acuer-
dos de libre comercio ponen en peligro la pro-
tección medioambiental, los derechos laborales
e importantes normas de seguridad, los repre-
sentantes demócratas tienden a evitar cualquier
compromiso político que pueda hacerles perder
apoyo electoral. Por su parte, y a pesar de mos-
trarse partidarios del libre comercio desde una
perspectiva teórica, los republicanos podrían ser
reacios a dar su apoyo a un acuerdo que otorgue
una victoria política al presidente Obama. Asi-
mismo, la renovación de la Autoridad para la
Promoción del Comercio (Trade Promotion
Authority, TPA) que pedía el Presidente Obama
en el sexto Discurso del Estado de la Unión el 20
de enero de 2015, no fue una propuesta bien
recibida. Demócratas como Harry Reid (el líder
mayoritario del Senado en aquel momento) te-
mían que apoyar la vía rápida perjudicaría al
partido en las elecciones de mitad de mandato
de noviembre de 2014.
Puesto que los Republicanos controlan de
nuevo el Senado, las perspectivas de que se al-
cance un acuerdo entre el presidente y el Con-
greso acerca de la TPA no han mejorado, a pesar
de las pretensiones republicanas de apoyar el
libre comercio. Entre las opciones para salir del
punto muerto actual se baraja la posibilidad
de “sortear” el sistema de vía rápida de la Ley de
Comercio de 1974 (Trade Act of 1974) median-
te la creación de TPA específicos que abarquen
ciertos países y cuestiones específicas como el
medioambiente, los derechos laborales, o la sa-
lud, y dando un papel más importante a los con-
gresistas implicados directamente en las nego-
ciaciones. No obstante, dado que la amenaza
de una recesión grave se cierne sobre los aliados
europeos de EE. UU., las implicaciones en mate-
ria política y de seguridad del acuerdo TTIP po-
drían impulsar un apoyo bipartidista al acuerdo
desde EE. UU.
En cambio, en la
Unión Europea
no es de
esperar que, a corto plazo, una urgencia geopo-
lítica empuje a firmar un acuerdo final. A dife-
rencia de EE. UU., Rusia y China, la UE no ha
querido asumir un papel de actor geopolítico.
Europa carece de una
gran estrategia
de domi-
nio y continúa manteniendo una perspectiva
postmoderna del orden mundial, una actitud
que permanecerá aún más arraigada mientras la
eurozona se esfuerce por recuperarse y la brecha