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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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económicas de la eurozona podría conllevar el

fracaso de las negociaciones.

El liderazgo del Parlamento Europeo

El entramado institucional de Europa también

podría ralentizar las negociaciones, impidiendo

incluso que lleguen a buen puerto. A este res-

pecto, no se debería olvidar que tanto los

lob-

bies

sectoriales de los Estados miembros como

los ciudadanos europeos afectados por la crisis

tienen una alta sensibilidad a las cuestiones re-

lacionadas con bancos y grandes corporaciones.

No cabe duda de que el Parlamento Europeo, la

única institución de la Unión cuyos miembros

deben rendir cuentas directamente ante los vo-

tantes europeos, desempeñará un papel decisi-

vo en el proceso. Asimismo, no serán menos

relevantes los parlamentos nacionales, que po-

drían tener la última palabra en caso de celebrar

un acuerdo global que incluyese cuestiones de

grandes inversiones.

Paradójicamente, la decisión final sobre las

cuestiones delicadas que se resolverán durante

la última etapa del proceso TTIP la tomará el

Parlamento Europeo, una institución frecuen-

temente criticada e infravalorada. La buena

noticia es que se ha avanzado mucho en cuan-

to a la transparencia de las negociaciones. Gra-

cias a la presión ejercida por organizaciones de

la sociedad civil europea, en otoño de 2014 el

presidente de la INTA, Bernd Lange, ordenó

que se anunciase públicamente el mandato de

negociación del Consejo Europeo, que había

permanecido oculto hasta entonces. Este fue el

primer paso para paliar la falta de transparen-

cia que había ensombrecido las negociaciones

desde el principio. Posteriormente, la Comisa-

ria Malmström ha incidido mucho en este as-

pecto.

Sin embargo, sería imposible llegar a ningún

acuerdo sin un consenso trasversal dentro del

Parlamento Europeo. En principio, el acuerdo

del TTIP cuenta con el apoyo de los grupos ma-

yoritarios del Parlamento Europeo (el Partido

Popular Europeo de ideología de centro-dere-

cha, el Grupo de la Alianza Progresista de Socia-

listas y Demócratas y el Grupo de los Conserva-

dores y Reformistas Europeos), que ven el TTIP

como un medio para promover el empleo y el

crecimiento en Europa. No obstante, algunos

grupos centrados en cuestiones sociales o

medioambientales, como el Partido Verde y la

Izquierda Unitaria, se han mantenido al margen

o han rechazado el proceso abiertamente.

En lo que respecta a este importante factor

de consenso, el grupo de Socialistas y Demócra-

tas del Parlamento merece especial atención,

cuantitativa y cualitativa. En primer lugar, los

Socialistas disfrutan de la segunda posición en

la Eurocámara desde las elecciones de mayo de

2014, con 191 escaños, frente a los 221 del Par-

tido Popular Europeo, los 70 escaños de los

Conservadores y Reformistas o los 67 de la

Alianza de los Demócratas y Liberales. En se-

gundo lugar, llegados a este punto, tal y como

sucede en otras cuestiones, el grupo de socialis-

tas y demócratas será clave para alcanzar un

acuerdo favorable al TTIP. Los Socialistas se

muestran reticentes a aceptar varios de los prin-

cipios propuestos y exigen normas que protejan

los derechos de los trabajadores y el medioam-

biente, así como la inclusión de una legislación

común vinculante sobre transacciones financie-

ras. Esto les coloca en una posición idónea para

servir de puente entre las dos partes. Un acuer-

do muy amplio, de naturaleza comprehensiva,

sobre el TTIP tendría que venir ratificado por los

28 Estados miembros de la Unión, lo cual difi-

cultaría mucho el proceso. En caso de que se

alcance un pacto más limitado –lo cual parece