CAPÍTULO 6.
TRASTORNO DE ALIMENTACIÓN NO ORGÁNICO
deben hacerlas, atendiendo a las consecuencias. Cuando un niño no tiene límites
claros y coherentes, se siente más inseguro porque no sabe cómo comportarse
y no es capaz de anticipar las consecuencias de su conducta, lo que influye
negativamente en su autoestima. El establecimiento de límites influye no solo
en el acto de comer sino en todas las actividades de la vida diaria. Por eso es
básico que, si se quiere mejorar el problema alimentario del niño, se establezcan
límites adecuados a todos los niveles: higiene, sueño, juego, relaciones, etc.
¿CÓMO DEBEN FIJARSE LOS LÍMITES?
Deben ser coherentes, claros, limitados en número y ajustados a las necesidades
del niño («Hay que lavarse los dientes después de comer»). Es un concepto sencillo
que incluye una sola norma
Deben ser acordados y respetados por ambos padres, independientemente del
estado de ánimo o del humor que se tenga ese día
Hay que fijarlos de antemano y no esperar a que el niño lo haga mal de forma
repetida. Cuando un comportamiento negativo se repite en el tiempo siempre es
más difícil cambiarlo. Asimismo, una vez fijado no puede ser modificado al antojo del
padre o del hijo ya que pierde efectividad
Hay que explicar a los niños las razones que motivan el límite, ajustándose al nivel
comprensivo y evolutivo del niño («Después de comer es muy importante que te
laves los dientes porque si no, se ponen feos y pueden doler»). Si los niños se
dan cuenta de que el límite no viene impuesto por la autoridad sino por la lógica,
no obedecerán por miedo sino porque entienden la norma, y eso aumentará las
probabilidades de que se cumpla
Hay que intentar enunciarlos en forma positiva. En vez de decirles lo que no pueden
hacer se les va a explicar lo que tiene que hacer («Si no te lavas los dientes, no vas
a jugar al parque esta tarde» frente a «Corre, corre, que cuando termines de lavarte
los dientes vas a poder ir a jugar al parque con Pablo y Juan»)
Hay que explicar qué consecuencias tendrá no respetar el límite y cumplirlas («Como
no queremos que los dientes se pongan feos, si no te los lavas no podemos comer
chuches»)
Si se observa que el niño no ha comprendido algo correctamente, debe asegurarse
de que lo entienda en ese momento. Si por ejemplo se le ha pedido que cuelgue
su abrigo del perchero cuando llegue del cole y cuando llega no lo hace, se le
debe preguntar qué es lo que tiene que hacer. Si no lo sabe, se le repetirá y se
le enseñará cómo hacerlo; y si lo sabe, se le pedirá que lo haga en ese momento.
Acompañar siempre la voz con los gestos ayuda a transmitir más fuerza al mensaje,
manteniendo una postura segura pero cercana y cariñosa
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