¡TODOS A COMER!
Las emociones en el niño
Debido a la falta de madurez emocional, los niños pueden presentar problemas
a la hora de reconocer lo que les pasa. Ayudarles en familia a reconocer y a
expresar las emociones favorecerá la comunicación con el niño. Para ello es
importante tener en cuenta:
Deseos y conductas de ensayo-error. Los niños reaccionan de una
manera más natural e impulsiva que los adultos, son fieles a sus deseos
y buscan satisfacerlos en todo momento. Su forma de conseguirlo es por
ensayo-error. Prueban diferentes comportamientos para comprobar si la
reacción por parte del entorno es la esperada. En caso de serlo, dicho
comportamiento pervivirá. Cuando los niños comen mal, no pretenden
hacer daño ni a sus padres ni a sí mismos, sino que lo que persiguen
es satisfacer su deseo de atención y cariño por parte de sus padres.
Al comprobar que actuando de esta forma con la comida lo consiguen,
mantienen la conducta sin ser conscientes del sufrimiento que esta
situación conlleva para toda la familia.
Sensibilidad al entorno. Los niños muestran sus emociones a través
de sus comportamientos. A veces la preocupación de los padres por el
tema de la comida es tan grande que directamente se tiende a buscar
su origen físico, pasando por alto que a lo mejor puede haber algo en
el mundo del niño que le esté afectando a nivel emocional. Los niños
son muy sensibles a su entorno y los pequeños cambios les producen
inseguridad y miedo porque todavía no se sienten con la confianza
suficiente para poder enfrentarlos. Por eso es importante preguntar
al niño por sus sentimientos y preocupaciones ya que puede que la
solución sea mucho más sencilla de lo que parece.
Las emociones en los padres
Los padres pueden llegar a verse inundados por un sinfín de emociones que
les llevan a sentimientos enfrentados hacia el niño a la vez que les hacen
replantearse su papel como educadores. El poner nombre a estas emociones
y trabajar para manejarlas de manera adecuada permite que los padres se
sientan capaces y fuertes ante el reto de la crianza.
Los problemas en la alimentación de los niños alteran emocionalmente a los
adultos de una manera intensa. Los sentimientos más reconocibles son: miedo,
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