EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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Ante la imposibilidad de avanzar, tan solo se de-
cidió tratar de concentrar los esfuerzos durante
el primer semestre de 2018 en los temas con
mayor convergencia de puntos de vista, concre-
tamente en:
– Aprobar y poner en marcha definitivamente
un respaldo público común (
financial back�
stop
) para el FUR, posiblemente en forma de
una línea de crédito del MEDE.
– Seguir avanzando en el diseño de las funcio-
nes del MEDE, posiblemente para que se
convierta, como propone la CE, en un Fondo
Monetario Europeo.
– Continuar el desarrollo de la unión bancaria,
incluyendo la introducción gradual de un es-
quema europeo de garantía de depósitos,
actualmente bloqueada a la espera de deci-
siones sobre su diseño final.
Aunque siguen faltando temas en la agenda
para hablar de la culminación de la zona euro,
si se lograran avances significativos en estos tres
temas señalados, sería en sí mismo un gran sal-
to adelante para la estabilización y reforzamien-
to de la Unión Monetaria.
Conclusión
El actual proceso de reflexión sobre el futuro de la
UE en la que se han embarcado las instituciones
comunitarias y sus Estados miembros ofrece una
ventana de oportunidad para reforzar una unión
monetaria imperfecta que ha contribuido a exacer-
bar los desequilibrios y las desigualdades sociales.
La conformación finalmente de un gobierno
de coalición en Alemania con mayores ambicio-
nes europeístas, unida al impulso del presidente
Macron, del nuevo presidente del Eurogrupo, y
el empuje de una mayoría europeísta en el
Parlamento son elementos positivos que permi-
ten vislumbrar avances durante 2018.
La reforma de la UEM debería ser ambiciosa.
En este sentido la culminación de la unión ban-
caria es un requisito necesario y mínimo, pero la
reforma debería ir mucho más allá e incluir una
profundización (es decir, avanzar hacia la inte-
gración fiscal y financiera y los recursos propios)
un reequilibrio (es decir, abordar los desequili-
brios sociales y del mercado de trabajo), así
como incrementos de la inversión y la adopción
del método comunitario como norma que re-
fuerce su legitimidad democrática.
Hasta ahora los progresos han sido escasos
debido a un
impasse
político entre la reducción
del riesgo y la compartición del riesgo, y más re-
cientemente a la inestabilidad e ingobernabilidad
en varios países clave, notablemente Alemania.
Pero las diferencias estructurales entre los países
de la zona del euro persisten y Alemania y los
Países Bajos, entre otros, no aceptan una mutua-
lización de los riesgos cuando consideran que los
riesgos siguen siendo elevados. A estas alturas pa-
rece evidente que esta es una excusa para evitar
avanzar con la agenda de profundización y reequi-
librio que necesita la zona euro. De hecho, no hay
que olvidar que la reducción del riesgo ya se ha
llevado a cabo en gran parte, pero no el riesgo
compartido, de modo que, en este momento, los
países de la zona euro comparten parte del riesgo,
ya que el riesgo es sistémico. Simplemente no
comparten todavía los costes.
Sin una reforma profunda de la UEM no se
establecerán bases sólidas para construir la Europa
del futuro. Y la piedra angular para la estabilidad
de la zona euro reside en la convergencia econó-
mica y social entre las economías de los diferentes
Estados miembros, que debería ser la prioridad
absoluta de la UE.