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El específico marco histórico y geográfico
de Portugal
Al hablar de Portugal tenemos que entender su
especificidad cultural como el producto de la
encrucijada entre una herencia histórica com-
pleja y el contexto geográfico de la Península
Ibérica. Esta abre el diálogo entre el Atlántico y
el Mediterráneo, como nos recordaba el geó-
grafo Orlando Ribeiro. Se trata de un auténtico
continente en miniatura, marcado por el con-
traste entre las tierras altas y las bajas, entre el
litoral y el interior, entre las ciudades y el campo.
“Sierra y ribera, campo y monte, montaña y va-
lle, tierra alta y tierra llana expresan, en el con-
cepto del pueblo que creó y usa estas designa-
ciones, el contraste determinado por la altitud y
las consiguientes particularidades del clima, de
la economía y de la población”. Desde el Duero
y el Miño hasta las llanuras del sur y del Algarve,
pasando por el interior del norte, formado de
tierras frías y tierras calientes, de todo hay en este
“jardín plantado al borde del mar” o, en la famo-
sa fórmula de Camoens, este país “donde la tie-
rra acaba y el mar comienza”. O, en otra expre-
sión más contemporánea, “Esta playa extasiada
y desnuda / donde me uní al mar, al viento y a la
luna” (Sophia de Mello Breyner Andresen).
Fue desde aquí de donde los portugueses
partieron hacia las islas del Atlántico, a la costa
de África, a las Américas y a las Indias.
Miguel de Unamuno ya dijo “Para Portugal
el sol no nace nunca: muere siempre en el mar
que fue el teatro de sus hazañas y la cuna y se-
pulcro de sus glorias […]. Portugal parece la pa-
tria de los amores tristes y de los grandes nau-
fragios”. De hecho, se puede decir que nuestra
larga costa occidental es responsable, gracias a
la voluntad de los portugueses, de la indepen-
dencia desde el siglo XII y de tener la más vieja
frontera de Europa, desde el siglo XIII.
El carácter e idiosincrasia de los
portugueses
Además de un espacio físico variado, el lugar
cultural portugués está formado por un
melting
pot
construido a lo largo de los siglos y gracias
a múltiples influencias, desde los pueblos veni-
dos del centro de Europa como de los venidos
del Mediterráneo, hasta nuestras mismas migra-
ciones internas.
La lengua es una y si Fernando Pessoa, por
boca de su heterónimo Bernardo Soares dice “que
mi patria es la lengua portuguesa”, la verdad es
Portugal, cultura
y desarrollo
Guilherme d’Oliveira Martins