EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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dieron otros patrones de evolución. En Francia,
al igual que en la mayoría de Estados miembros,
la renta del decil más rico creció muy por encima
de la media, pero el decil más pobre evolucionó
de forma más favorable que los que ocupan po-
siciones medio-altas (entre el sexto y el octavo
decil). En Italia y Grecia fueron precisamente los
deciles más bajos los que mayoritariamente in-
crementaron sus rentas, lo que en el caso de
Italia significó un cambio de tendencia en el pa-
trón de la década precedente (1985-1995). Las
tendencias hacia una mayor igualdad fueron
también notables en los países de la región cen-
troeuropea oriental, salvo en los países bálticos,
Bulgaria y Rumanía.
A partir de 2008, solo contamos con datos
sobre la distribución de la renta en quintiles. Es-
tos datos ponen de manifiesto un empeora-
miento de la situación en la mayoría de los paí-
ses ricos de la Unión Europea (UE), y una leve
mejoría en los Estados miembros menos favore-
cidos de Europa oriental. No obstante, el retro-
ceso más marcado se vivió en España, que pasó
a encabezar la lista de países con una mayor
desigualdad en cuanto a distribución de la ren-
ta. Alemania, donde la situación había empeo-
rado gravemente durante las dos décadas ante-
riores a 2008, mostró una cierta recuperación.
Durante todo el proceso de cambio, el modelo
básico igualitario se mantuvo en los países es-
candinavos y los antiguos Estados comunistas
de Europa central y del este, así como en Austria
y Bélgica, con una excepción: Dinamarca, que
parece haber abandonado el grupo de los Esta-
dos miembros igualitarios. El quintil más pobre
se hizo más pobre, y la mitad más rica de la
población, más rica.
Mantener conectados a los segmentos de
renta más bajos, independientemente de lo ri-
cos que se vuelvan los más ricos, es clave para
una sociedad que proclama una participación
razonable para todos sus miembros en el bien-
estar que ofrece su economía. Si tomamos la
renta media del quintil más bajo en términos de
poder adquisitivo como indicador provisional de
una participación adecuada en ese bienestar,
constatamos que en nueve Estados de la UE (ex-
cluyendo el caso especial de Luxemburgo) esa
cifra se sitúa por encima de los 9000 euros, con-
siderando que la cota máxima (Países Bajos) solo
supera en un 15 % a la mínima (Bélgica). En
cambio, los valores correspondientes al quintil
superior (Q5) varían en un 44 %. Claro está que
los 9000 euros del quintil inferior (Q1) pueden
albergar niveles de pobreza muy diversos. Sin
embargo, en ausencia de información adicional
al respecto, certificaríamos que esos nueve paí-
ses muestran una cuota de participación ade-
cuada, al margen de las cifras que registre el
quintil superior. La cifra de entre 9000 y 10.000
euros, que en cierto modo identificamos como
renta estándar de la clase baja de los países ricos
de la UE, representó en 2012 (como en su día
en 2008) aproximadamente la mitad de la renta
media del quintil central (Q3) en todo el territo-
rio; solo Finlandia se desmarcó con una canti-
dad visiblemente superior.
En los países con economías más débiles, las
rentas del segmento inferior son de por sí más
bajas. Observemos en primer lugar los cinco Es-
tados miembros del ámbito oriental centroeuro-
peo, cuyo Q1 registra una cifra en términos de
poder adquisitivo situada entre los 4000 euros
de Hungría y los 7400 euros de Eslovenia, con
una relación muy similar entre el Q1 y el Q3.
Algo muy distinto ocurre en España y en Grecia,
donde los ingresos del Q3 triplican los del Q1.
Reino Unido, Dinamarca, Portugal e Italia regis-
tran cifras intermedias. En los Estados miembros
de la región sudoriental y del Báltico, cuyas eco-
nomías son todavía muy débiles en términos
globales, la renta real de Q1 es tan baja que tan