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ACTUALIZACIÓN DE LA POLÍTICA CLIMÁTICA Y ENERGÉTICA DE LA UE. EL NUEVO MARCO 2030 Y SUS IMPLICACIONES

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había comprometido con el corredor de mitiga-

ción del 80-95 %, sino que también estaba dis-

puesta a asumir objetivos climáticos y energéti-

cos ambiciosos y vinculantes en términos legales

para el año 2030. En el caso de la

Hoja de ruta

hacia una economía hipocarbónica competitiva

,

de alcance intersectorial, se intentó alcanzar un

consenso en dos ocasiones, sin éxito, y una en

el caso de la

Hoja de ruta de la energía

. El blo-

queo de ambas iniciativas se debió al veto del

ministro polaco correspondiente. El rechazo del

acuerdo por parte de Polonia fue motivo de sor-

presa para muchos, sobre todo porque no se

podrían desprender obligaciones para los

Estados miembros a partir de las propias conclu-

siones del Consejo, sino que estas pretendían

orientar a la Comisión en relación con la forma

que podrían adoptar las propuestas que permi-

tirían llegar a un acuerdo en el marco de la po-

lítica energética y climática de la UE para el pe-

riodo 2021-2030. Una orientación que se

llevaba esperando mucho tiempo. En el caso

concreto de la

Hoja de ruta del transporte

, resul-

taba imposible llegar a un acuerdo, entre otras

cosas, por las reservas de muchos Estados

miembros ante la adopción de ambiciosos obje-

tivos de reducción de emisiones en un sector

con un gran peso en las elecciones nacionales.

Independientemente de su repercusión polí-

tica, la Comisión creó, a pesar de todo, una in-

novadora herramienta de planificación, a través

de tres hojas de ruta que contienen el mismo

ambicioso objetivo de reducción de emisiones

para 2050. Dicha herramienta de planificación

ofrece la posibilidad de mostrar los efectos de

los objetivos a largo plazo referidos a acciones

realizadas en el presente (y viceversa). Los pro-

cesos de planificación basados en modelos ma-

croeconómicos continúan ofreciendo a la

Comisión la posibilidad de ejercer una influencia

significativa sobre la estructura de los debates

en materia de clima y energía. Una forma de

conseguirlo es partiendo de premisas discutibles

que en la práctica rara vez se cuestionan.

En cuanto a Polonia, existen dos problemas

principales. En primer lugar, el gobierno polaco

ha criticado la tendencia a desvincular las políti-

cas europeas de reducción de emisiones del pro-

greso realizado en materia de negociaciones

internacionales sobre el clima. En segundo lu-

gar, si se aplicasen las hojas de ruta, Polonia ten-

dría que enfrentarse a una gran presión para

modificar su combinación energética nacional y

a elevados costes derivados del proceso de

transformación. Si bien el gobierno polaco ha

sido el único en rechazar la aprobación de las

hojas de ruta de la energía y el clima de forma

pública y efectiva, hay otros Estados miembros

del este y del sur de Europa que comparten las

reservas de Polonia. El mensaje difundido públi-

camente por la Comisión y muchos Estados

miembros del Norte de Europa y Europa

Occidental, según el cual 26 de los 28 Estados

miembros se han comprometido íntegramente

con una ambiciosa política climática europea, es

engañoso; algo que resulta evidente cuando se

observa el proceso legislativo en curso destina-

do a reformar el régimen de comercio de dere-

chos de emisiones. Es cierto que las principales

objeciones son, de nuevo, las que presenta

Polonia. Sin embargo, el gobierno polaco ahora

cuenta con el apoyo de otros gobiernos sobre

esta cuestión, que –a diferencia de las conclu-

siones sobre las hojas de ruta– requerirían una

minoría de bloqueo en el Consejo de Ministros.

El nuevo marco para 2030

Los objetivos de 2020 establecen hitos importan-

tes para la industria energética, por lo que, para

garantizar su éxito, una planificación a medio y