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EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA

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estrictamente mediterráneos. Finalmente, el úl-

timo año, muy especialmente tras los atentados

de París de enero de este año, ha introducido

una dimensión migratoria más allá de la econó-

mica y la política. Los viajes de ida y vuelta, su-

puestamente turísticos, de ciudadanos euro-

peos a escenarios de guerra yihadistas y su

regreso a Europa profundamente radicalizados.

¿Qué planteamiento podemos esperar de la UE

en los próximos años ante estos retos? Un enfo-

que con tres vertientes. Por un lado, la canaliza-

ción de los flujos migratorios regulares en las

mejores condiciones posibles. Se trata de que

las personas que acceden al territorio de la UE

lo hagan legalmente y con garantías y condicio-

nes suficientes por parte del Estado receptor

para integrarse. Por otro lado, la lucha contra

las mafias y redes que trafican con seres huma-

nos, sea trata de mujeres o de emigrantes irre-

gulares. En este capítulo, la cooperación de los

países de origen y tránsito es fundamental. Este

es el caso para España de la excelente coopera-

ción en la materia con Senegal. La Agencia

Europea para la gestión de la cooperación ope-

rativa en las fronteras exteriores (Frontex) des-

empeña un papel de primer orden en este sen-

tido. Por último, el codesarrollo, entendido

como un trabajo también conjunto entre la

Unión Europea y los países de origen de los mo-

vimientos migratorios para ofrecer oportunida-

des de trabajo y subsistencia a esas poblaciones.

El objetivo último es que la emigración sea una

opción y no una obligación ante la falta de

oportunidades de todo tipo en origen. Como

corolario a todo lo anterior, será necesario un

reparto equilibrio y homogéneo de la acogida

de solicitantes de asilo.

Las guerras civiles en Libia, Siria o Irak que

han llevado a una ausencia de control de esos

Estados sobre su territorio y fronteras nos hace

esperar que las rutas migratorias con origen en

esos países continúen intensificándose en los

próximos años, así como los dos nuevos fenó-

menos migratorios que han aparecido en los

últimos meses: los barcos a la deriva atestados

de emigrantes irregulares y los viajes de ida y

vuelta de ciudadanos europeos a zonas contro-

ladas por Al-Qaeda, Daesh o sus satélites. Los

próximos meses estarán, sin duda, marcados

por el debate en torno a la mejor manera de

controlar esos viajes sin caer en abusos para la

privacidad de los ciudadanos o recortes injustifi-

cados de derechos y libertades.