EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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y económicas contra Rusia para presionar a
Moscú y paralizar su intervención en Crimea.
Consistían básicamente en la prohibición de
viajar a personas implicadas y congelación de
activos de personas y entidades
1
. La lista inicial
se ampliaría varias veces hasta que en enero de
2015 afectaba a 132 personas y 28 compañías
Además, ya en marzo se suspendieron los pro-
gramas de cooperación, la Cumbre Rusia-UE, y
la reunión del G8 que debía celebrarse en
Sochi (Rusia) se celebró en Bruselas, en junio,
como G-7.
La parte política del Acuerdo de asociación y
libre comercio entre la UE y Ucrania fue firmada el
21 de marzo, por las autoridades ucranias surgi-
das del Maidán, pues aún no se habían celebrado
elecciones. El 25 de mayo, el hombre de negocios
proeuropeo Petró Poroshenko gana en la primera
vuelta las elecciones presidenciales, y el 27 de ju-
nio se firma la parte económica del Acuerdo.
En julio, después del derribo del MH17, la UE
aprueba un nuevo paquete de sanciones que
afecta a la financiación de los bancos de mayo-
ría estatal, la exportación de equipos para la
industria del petróleo o del gas, y un embargo
sobre armamento o cualquier tecnología que
sea susceptible de ser utilizada con fines milita-
res. Al mes siguiente, Moscú reacciona impo-
niendo un embargo a los productos agroali-
menticios europeos que, según los cálculos de
la Comisión, afecta a unos 5.000 millones de
euros en exportaciones anuales. Según una es-
timación del ministro español de Asuntos
Exteriores, el coste total que las sanciones con-
tra Rusia han supuesto para las exportaciones
de la UE se eleva hasta los 21.000 millones. En
septiembre, la UE aprueba nuevas sanciones
1
V
éase:http://europa.eu/newsroom/highlights/special-covera
ge/eu_sanctions/index_en.htm
que cortan el acceso a la financiación en los
mercados de capitales europeos a varias empre-
sas rusas del sector petrolero, incluida Gazprom,
así como a compañías de defensa.
Mientras tanto, la situación económica en
Ucrania se deteriora rápidamente, por el conflic-
to del Donbass, que la priva de buena parte de
su producción industrial y minera, y por el de-
rrumbe de las exportaciones a Rusia. La econo-
mía se contrae un 7 %, la producción industrial
un 10 %, y la protección social es recortada
drásticamente. El primer ministro Yatseniuk,
reelegido después de las elecciones parlamenta-
rias del 26 de octubre, que ganó su partido –el
Frente Popular– prácticamente empatado con el
del presidente Poroshenko, declara que el país
necesita al menos 12.000 millones de euros
para restablecer su economía. La UE aprueba
sucesivamente tres paquetes de ayudas por un
total de 3.200 millones, pero pide a cambio que
se emprendan reformas profundas en la estruc-
tura del Estado, en la fiscalidad, y –sobre todo–
en la lucha contra la corrupción y el clientelismo
que sigue siendo el problema principal de
Ucrania. Por su parte, el Fondo Monetario
Internacional aprueba en febrero un programa
de 15.500 millones de euros para los próximos
cuatro años, sujeto también a profundas refor-
mas políticas y económicas.
Desde el principio la UE ha coordinado su
política en relación con a esta crisis, incluidas las
sanciones, con EE. UU. y otros países como
Canadá y Noruega. Pero al principio de 2015 se
hace patente una cierta divergencia entre
Washington, que estudia la posible entrega de
armas a Ucrania y es cada vez más escéptico en
cuanto a las posibilidades de diálogo, y algunas
capitales europeas. Evidentemente, los intereses
europeos no son idénticos a los de EE. UU., que
no tiene las mismas relaciones comerciales con
Rusia, ni ninguna dependencia energética.