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LA CRISIS DE UCRANIA Y LAS RELACIONES DE LA UNIÓN EUROPEA CON LA FEDERACIÓN DE RUSIA

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Incluso en el seno de la UE hay diferencias

importantes en la forma de abordar el conflicto

de Ucrania, y, más allá, la relación con Rusia. Por

una parte, los países bálticos, en especial Estonia

y Letonia, que tienen minorías rusas superiores

al 25 %, discriminadas políticamente, así como

Polonia, cuya hostilidad hacia Rusia parece irre-

ductible, apoyados por Reino Unido, defienden

una línea dura y sin concesiones, frente a casi

todo el resto, incluidas Francia y Alemania, que

tienen una posición más proclive a encontrar

una solución negociada. Hasta ahora se ha

mantenido, aunque no exenta de tensiones, la

unidad interna que es absolutamente impres-

cindible para poder tratar con Rusia con posibi-

lidades de éxito.

A raíz del agravamiento de la situación en

enero, la canciller alemana Ángela Merkel y el

presidente francés François Hollande toman la

iniciativa de viajar a Kiev, el 5 de febrero, y a

Moscú, el 6, para intentar forjar un acuerdo

sobre la base del Protocolo de Minsk que de-

tenga la escalada y conduzca al menos a un

alto el fuego definitivo. Sus gestiones cristali-

zan en una cumbre que se celebra en Minsk,

en la noche del 11 al 12 de febrero, a la que

asisten los dos mandatarios además de los pre-

sidentes de Ucrania, Poroshenko, y de Rusia,

Putin. El resultado es un nuevo acuerdo de alto

el fuego, aceptado por todas las partes, que

entra en vigor el día 15, acompañado de una

serie de medidas que ratifican y profundizan

las adoptadas anteriormente en la misma ciu-

dad. La zona de seguridad se amplía a un mí-

nimo de 50 kilómetros, se da un plazo hasta

final del año para la reforma constitucional y la

definición de un estatuto especial para Donetsk

y Lugansk, después de lo cual Ucrania tomaría

el control de la frontera con Rusia, y se ratifica

la amnistía y la retirada de todas las tropas y

armas extranjeras.

Estos nuevos acuerdos de Minsk, que han

sido definidos como la última oportunidad para

la paz, son sin duda un éxito de la política euro-

pea, aunque es una lástima que la UE no tenga

todavía quien pueda hablar y negociar por ella

en su conjunto y tengan que ser los líderes de

los dos Estados miembros más importantes los

que tengan que hacer el trabajo. Lo que queda

ahora por ver es si estos acuerdos no siguen la

mala senda de los anteriores, y se cumplen, por-

que de otro modo el conflicto pude agravarse,

con consecuencias dramáticas.

La situación económica y política de Rusia

La combinación de las sanciones económicas y

la caída de los precios del petróleo están llevan-

do a Rusia a una crisis económica severa que

puede ser tan grave como la que condujo en

1998 a la suspensión de pagos, y tuvo una im-

portante repercusión negativa sobre la econo-

mía global. Moscú habría gastado ya una cuarta

parte de sus reservas en divisas, estimadas antes

de la crisis en 480.000 millones de dólares, en

ayudar a cumplir sus compromisos internacio-

nales a empresas –sobre todo energéticas– a las

que las sanciones han cortado el acceso a los

mercados, recapitalizar bancos ante la huída de

capitales, y tratar de mantener el valor del rublo,

que no obstante se ha depreciado un 50 % res-

pecto al dólar.

Putin achaca un 25 % de la responsabilidad

en el deterioro económico a las sanciones, que

podrían haber producido una pérdida de 32.000

millones de euros al país. Pero sin duda el pro-

blema más grave es la vertiginosa caída del pre-

cio del petróleo, ya que Rusia –que es el segun-

do productor mundial de petróleo y el primero

de gas– obtiene de los hidrocarburos el 68 % de