EL ESTADO DE LA UNIÓN EUROPEA
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cerrar las brechas de desigualdad que defi-
nen a la cuenca mediterránea. Ninguna de
las fórmulas aplicadas hasta ahora por Bru-
selas ha logrado ni tan siquiera reducir dicha
brecha y mucho menos facilitar la posibilidad
de que la mayoría de nuestros vecinos del
sur y del este puedan aspirar a una vida dig-
na, sometidos por unos gobiernos fracasa-
dos, ineficaces y autoritarios.
Es cierto que nada de esto garantiza el éxito
de la empresa y tampoco nos blinda por com-
pleto contra posibles estallidos violentos. Ni
existe una fórmula mágica con validez universal,
ni que produzca resultados visibles de inmedia-
to. Pero frente a desventuras militaristas que
han mostrado sobradamente sus limitaciones,
ya va siendo tiempo de ponerlo en marcha. ¿O
seguimos tropezando interminablemente con-
tra la misma piedra?